La Unidad de Cirugía Cardiaca del Hospital Nacional de Niños (HNN) está a las puertas de emprender una sustancial transformación, que le permitirá asumir con mayor eficiencia, responsabilidad y transparencia su delicada función: realizar procedimientos quirúrgicos de calidad para corregir los defectos cardiovasculares de centenares de menores cada año.
Tras un creciente deterioro en su desempeño, que se reflejó en índices de mortalidad inaceptables, una enorme lista de espera y hasta la intervención policial en un caso, la nueva dirección del Hospital, encabezada por el Dr. Orlando Urroz, decidió tomar cartas en el asunto. Gracias a su responsable liderazgo y al apoyo de las autoridades de la Caja Costarricense de Seguro Social, el proceso de análisis y corrección se ha desarrollado con ejemplar rapidez y excelentes resultados iniciales.
En agosto se suscribió un acuerdo con el Hospital de Niños de Denver, Colorado, en Estados Unidos, para que el médico costarricense Eduardo da Cruz, director de su Unidad de Cuidados Intensivos Cardiacos, realizara un diagnóstico y propusiera un programa de reformas. El Dr. Da Cruz viajó en los primeros días de setiembre a Costa Rica, y durante una semana revisó los procedimientos de la Unidad del HNN, rindió su informe y propuso un plan de acción a aplicar durante cinco años.
Entre los hallazgos de su revisión están la falta de criterios adecuados para organizar la lista de espera; la desconfianza y falta de comunicación del equipo profesional de la Unidad; la insuficiente capacitación, y el desperdicio de recursos y talentos. Todo esto, añadimos nosotros, revela el descontrol en que se sumió tan importante servicio, a vista y paciencia de la dirección de entonces. No sorprende, por ello, que se deterioraran tan severamente los índices de mortalidad y que fuera imposible atender todas las cirugías.
El Dr. Da Cruz, en declaraciones a La Nación , indicó que, para solucionar estos problemas, no es necesario gastar más en planilla o equipos; lo que se requiere es optimizar los recursos existentes, cosa que podrá lograrse con una mejor organización, que también quiere decir “actitud constructiva”. Esto implica que, si se mantiene el ímpetu de mejora que se ha creado, muy pronto se verán resultados mediante servicios más expeditos, confiables y de mayor calidad, a la altura del justificado prestigio de que goza, en general, el Hospital, y de lo que merecen los niños y sus familiares.
El Dr. Urroz ha manifestado su total coincidencia con los hallazgos y las propuestas del Dr. Da Cruz, y ya se están tomando decisiones para ponerlas en práctica. Entre ellas está la inmediata conformación de un comité de calidad interna, que revisará cada tres meses la evolución del registro de esperas y del plan de calidad.
Con el positivo impacto de esta iniciativa en la Unidad de Cirugía Cardiaca del HNN, bastaría para sentirnos muy complacidos de ella. Sin embargo, hay otros dos aspectos que vale la pena resaltar. Nos referimos, en primer lugar, al tipo de abordaje, simple e inteligente, que se utilizó para afrontar el problema: contratar a un especialista de altos quilates, capaz de desempeñarse con prontitud, eficacia y absoluta legitimidad, permitirle su desempeño con libertad y aceptar los resultados con generosidad. El segundo aspecto es la enseñanza general que está implícita en sus conclusiones: muchas veces, el deterioro en la calidad de los servicios no responde a falta de recursos, sino de liderazgo, organización, respeto, buena comunicación y responsabilidad. Por ende, su solución debe pasar por corregir esos defectos. Es algo que las autoridades de la Caja deberían tomar muy en cuenta para abordar otros casos críticos en hospitales nacionales.