“La economía norteamericana está en buena forma”. Así resume el Fondo Monetario Internacional (FMI) su dictamen, pero pronto agrega que a mediano y largo plazo enfrenta retos muy serios capaces de poner en entredicho sus actuales fortalezas. Las apreciaciones emanan del último informe del FMI (artículo IV) publicado hace pocos días.
k Fortalezas. A pesar de la leve desaceleración registrada en los dos últimos trimestres, la producción anualizada de bienes y servicios crece a una tasa real del 2,2%, una de las mejores entre los países desarrollados. Y las perspectivas de expansión para el 2017 son aún más halagüeñas: 2,5%. Esas tasas de crecimiento parten de un acervo muy grande de activos productivos y han sido suficientes para reducir el desempleo al 4,9% de la fuerza laboral (4,8% en el 2017), una de las tasas históricas más bajas y, ciertamente, muy favorable comparada con el desempleo de otros países desarrollados y en desarrollo.
Medida por el índice de precios al consumidor (IPC), la inflación fue de solamente un 0,5% en el 2015, se espera que suba al 1,2% en el 2016 y un 2,2% en el 2017. El Banco de Reserva Federal (Fed) se ha fijado una meta interanual del 2%, en línea con otros bancos centrales de países desarrollados, como el Banco Central Europeo (BCE). Esa meta es suficientemente baja para garantizar la estabilidad de precios y favorecer las decisiones económicas, pero también se aleja de tasas negativas que podrían rayar en deflación. Como nota comparativa, podemos mencionar que el Banco Central de Costa Rica (BCCR) fijó una meta de 3% (+- 1%), concordante, grosso modo, con la meta promedio de sus socios comerciales, incluido los EE. UU.
El déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos se mantiene en niveles bajos y relativamente estables: un 2,2% en el 2015; un 2,7% este año; y un 3,5% en el 2017. Ese déficit, a pesar de altas cifras negativas con China, es relativamente bajo para sostener holgadamente la paridad de la moneda, ayudada por las entradas de capital. Para efectos comparativos, el déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos en Costa Rica se ha mantenido relativamente controlado, alrededor de un 4%, y también ha sido financiado holgadamente por entradas de capital.
k Retos. Cuatro son los principales retos identificados en el informe: caída en el tamaño de la fuerza laboral, polarización de la distribución del ingreso, altos niveles de pobreza y baja productividad.
La reducción de la fuerza laboral, relacionada muy directamente con el envejecimiento de la población, ha permitido reducir el desempleo abierto a los niveles arriba indicados, pero es un arma de doble filo. Significa menos mentes y brazos para laborar. Por esa razón, el potencial de crecimiento económico también podría mermar. Si en el pasado el PIB crecía a un promedio del 3% real, el FMI estima ahora que el ritmo se ha reducido a un 2%, y esa merma le pasará la factura a la población en términos de bienestar.
Los cambios tecnológicos y la globalización han influido, junto con otros factores, a incrementar la polarización de la distribución del ingreso. Son factores no queridos, pero que ciertamente influyen en la distribución. Los adelantos tecnológicos incorporados en la producción demandan de técnicos más capacitados y mejor remunerados, en detrimento de la fuerza laboral vinculada con los sectores tradicionales, y la globalización incrementa la competencia de bienes y servicios producidos más baratos en el exterior, incluida la subcontratación de mano de obra más competitiva que la del mercado local. Ese mismo fenómeno se presenta en otros países, incluido el nuestro.
Relacionado con lo anterior, la pobreza ha aumentado en los Estados Unidos a niveles no vistos anteriormente. Uno de cada siete estadounidenses vive en la pobreza (en Costa Rica, dos de cada diez), a pesar del bajo desempleo y la baja inflación, que inciden en el costo de vida y la satisfacción de necesidades básicas.
La baja productividad, por otra parte, afecta el crecimiento actual y potencial. Se asocia con muchos factores, incluidos la menor inversión en carreteras y obras de infraestructura, la no tan buena educación, insuficiente preparación tecnológica en ciertos sectores y una estructura tributaria obsoleta y desigual, causante de distorsiones que afectan la eficiente asignación de recursos productivos.
k Recomendaciones. El informe abunda en recomendaciones de política económica dirigidas a enfrentar los retos, la mayoría de las cuales calzan muy bien en la realidad nacional. Una es incrementar la inversión pública, que ha venido a menos (al igual que en nuestro país). No solo constituye una gran fuente de trabajo sino que, bien orientada, incrementa la productividad. Otra, modificar la política de inmigración para privilegiar la mano de obra calificada (en Costa Rica, el desempleo abunda más entre grupos con menor capacitación tecnológica); mejorar los esquemas de ayuda para los pobres; ampliar los programas para incorporar más a la mujer a la fuerza de trabajo; mejorar la educación formal y tecnológica y –muy novedosa– reducir las tasas marginales del impuesto sobre la renta a empresas y personas físicas con actividades lucrativas para permitir incrementar el ingreso disponible (consumo) y fomentar la inversión (ahorro corporativo).