Los partidos políticos y sus candidatos tienen la responsabilidad de hablar con claridad sobre sus propuestas programáticas y los principios que las inspiran. El electorado tiene derecho a conocerlos para adoptar en las urnas decisiones bien informadas. Ese compromiso con la transparencia pesa ahora, con singular fuerza, sobre el Frente Amplio, por la relevancia de su posicionamiento en las encuestas y el creciente debate sobre su orientación ideológica.
Los esfuerzos desplegados hasta ahora por el partido y sus candidatos para perfilar la orientación y definirla en relación con referentes continentales, como el llamado Socialismo del Siglo XXI del expresidente venezolano Hugo Chávez, son equívocos y contradictorios.
La carta de condolencia enviada por el Comité Ejecutivo Nacional Ampliado del Frente Amplio al pueblo y Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela, en ocasión del fallecimiento de presidente Chávez, fue explicada por el candidato presidencial José María Villalta como un ejercicio de “buenos modales” y de respeto entre países y partidos políticos.
En efecto, momentos solemnes, como el fallecimiento del mandatario de un país hermano, imponen la obligación de respetar ciertas formas. Pero la carta del Frente Amplio, única participación costarricense en el libro conmemorativo editado por el Partido Socialista Unificado de Venezuela, va más allá de las condolencias y hace planteamientos francamente programáticos.
“Comandante presidente Chávez, tu vida ejemplar y sacrificio iluminarán nuestra lucha por el Socialismo del Siglo XXI”, dice la misiva. La carta cierra con una contundente “¡Ahora más que nunca, vamos con Chávez!”. El texto solo permite entender que el Frente Amplio lucha por el Socialismo del Siglo XXI, siempre se identificó con Chávez y lo acompaña, más que nunca, después de su fallecimiento.
Una carta del Movimiento Libertario, si se hubiera sentido obligado a enviar sus condolencias, difícilmente habría recogido expresiones similares. Una carta del Frente Amplio para lamentar con cortesía el deceso de un mandatario estadounidense, difícilmente habría proclamado el compromiso con la lucha por la reducción del papel del Estado.
La carta, entonces, va más allá de la cortesía y, si no quiso decir lo que dijo, debe ser explicada. Identificarse con el Socialismo del Siglo XXI o proclamar la intención de ir con Chávez en nada descalifica a un partido político. Muy lejos están los tiempos en que nuestra democracia adolecía de la terrible imperfección de proscribir determinadas opciones políticas. El yerro de ilegalizar al Partido Comunista, una herencia de la Revolución de 1948, fue corregido tres décadas más tarde. El Frente Amplio no se autodefine así, pero aun esa opción extrema tiene cabida en nuestro sistema electoral.
No hay, entonces, motivo alguno para evadir la precisión del “Socialismo del Siglo XXI”, si en efecto el partido responde a lo dicho en la carta. Si no fuera así, urge también la precisión para despejar los equívocos. El candidato Villalta ya explicó que no participó en la redacción, y aseguró que habría empleado otras palabras.
Patricia Mora, presidenta del partido y candidata a diputada en el primer lugar de la lista de San José, sí participó de la redacción y no se arrepiente. “Si hubo alguien que llevó a cabo los mandatos de Cristo, ese fue Hugo Chávez”, afirmó para luego aludir a la reducción de la pobreza y la desigualdad en Venezuela.
Falta explicar la extensión de las diferencias entre el aspirante presidencial, el Comité Ejecutivo y los candidatos al Congreso, para luego establecer cuál de ellos habla por el partido y es fuente fidedigna de su definición ideológica.
Villalta no es chavista. Lo afirma tajantemente. Su inspiración proviene de dirigentes del comunismo costarricense, como Manuel Mora y Carlos Luis Fallas.
Falta saber si su partido opina lo mismo y, en ese caso, cuáles serían las diferencias con el antiguo Partido Vanguardia Popular, para delinear con mayor claridad la novedad de la propuesta. Los votantes tienen derecho a saberlo.