La Caja Costarricense de Seguro Social y el Ministerio de Salud son coautores de una proeza conmovedora. Solo uno de los 30 niños nacidos este año de madres portadoras del virus de inmunodeficiencia humana (VIH), sufre la misma condición de su progenitora. Los otros 29 son niños sanos, probablemente a salvo del temido virus, cuya presencia es precursora del sida.
La proeza es fruto de la previsión y un cuidadoso protocolo consistente en tratamientos retrovirales para la madre infectada, suministro de medicamentos al bebé desde su nacimiento y el parto por cesárea, para evitar mayor contacto del niño con la sangre de la madre. Ningún bebé sometido a ese procedimiento sufre la infección.
El maravilloso esfuerzo exigió la creación de una Clínica Pediátrica del Sida en el Hospital Nacional de Niños.
Pocos costarricenses saben de su existencia, pero todos debemos estarle agradecidos. El resultado de este año contrasta con el obtenido en el 2004, cuando los niños infectados fueron 9 de los 35 nacidos de madres portadoras.
Si se toma en cuenta que en el 60% de los casos los niños nacen sanos por obra de la naturaleza, el trágico resultado del 2004 se magnifica, lo mismo que el halagüeño saldo del 2010. Del 40% de niños que, según la estadística, debieron nacer infectados en el 2004, apenas fue posible rescatar a una tercera parte.
El panorama de hoy es totalmente distinto, aunque solo podrá ser precisado dentro de año y medio, período durante el cual los niños son sometidos a pruebas para descartar la aparición del virus.
Los pocos casos de infección al nacer se dan por descuido de la madre, casi siempre adicta a las drogas o extranjera erróneamente convencida de no tener derecho a la atención médica en el Seguro Social, explica Óscar Porras, coordinador de la clínica.
Los buenos resultados son producto del programa específico y también de las medidas más generales, aplicadas desde hace años, para fortalecer el control prenatal. A esas precauciones obedecen las sobresalientes estadísticas conseguidas por el país en materia de mortalidad infantil y también la detección oportuna de males como la presencia del virus VIH.
En la primera cita de control prenatal, la madre es sometida a la prueba “Elisa”, cuya finalidad es detectar el virus. Si el resultado es positivo, se hacen otras dos pruebas de confirmación y se pone en práctica el tratamiento para salvaguardar al bebé de sumarse a los 370.000 niños nacidos en el mundo, cada año, con el virus en la sangre.
Ayer se conmemoró el Día Mundial del Sida y Costa Rica también pudo mostrar avances en la extensión y eficacia del tratamiento antirretroviral. Una estadística que parece negativa, en realidad es medida del éxito. El número de pacientes mayores con VIH va en aumento, pero eso se debe, según los médicos, a la eficacia del tratamiento y su efecto en la supervivencia.
El progreso obtenido por Costa Rica la sitúa entre las naciones exitosas, pero nada autoriza a bajar la guardia frente a un flagelo con 33 millones víctimas en el planeta. Un motivo de preocupación es el creciente número de mujeres infectadas. Según Elena Terwes, directora del programa especializado de la CCSS, hace 20 años había 20 hombres contagiados por cada mujer. En la actualidad, hay tres hombres infectados por cada mujer.
Por razones biológicas, la enfermedad se transmite con más facilidad a las mujeres, pero, en última instancia, la causa de la transmisión es la bisexualidad de los hombres o la promiscuidad de cualquier integrante de la pareja heterosexual. Una encuesta elaborada por la Caja con 300 hombres homosexuales determinó que el 11% era portador del virus.
Esos hechos demuestran la necesidad de fortalecer los programas educativos, promover la prevención e intensificar el trabajo con los grupos de mayor riesgo. Así, el país podrá conmemorar el Día Mundial del Sida del 2011 con mayores logros para mostrarlos, con sano orgullo, a la comunidad internacional.