El resultado de las elecciones parlamentarias en Venezuela es un claro y contundente mandato del electorado. Un 74,5% de los votos le confirió a la oposición una mayoría calificada: 112 de 167 escaños. Como demócratas debemos celebrar.
Este mandato conlleva una gran responsabilidad y demandará inteligencia, madurez y un frente común de todas las fuerzas que conforman la Mesa de la Unidad Democrática (MUD). La tarea por delante no será sencilla.
Venezuela está económicamente devastada. Según el Fondo Monetario Internacional, la economía decreció en un 10% y se prevé, para el 2016, un -6%. El desempleo llegaría al 18%.
El control de precios y de divisas ha generado una escasez crónica, en especial de artículos de primera necesidad y medicamentos, lo que condena a la población a horas de largas filas y a un mercado negro cada vez más relevante e inaccesible.
Venezuela es el país con el más alto nivel de inflación del mundo, las cifras oficiales palidecen frente a las proyecciones del FMI que la ubica en este año en un 159% y para el próximo en un 200%. ¿Cómo vivir así?
El otrora orgullo del sistema bolivariano, la reducción de la pobreza y la desigualdad (2003-2011), se torna insostenible sin los precios del petróleo de entonces, de $100 a $140 por barril. Hoy la pobreza podría tocar al 50% de la población. Esta es la cara social detrás de los niveles de violencia y homicidios equivalentes a zonas en estado de guerra.
Uno de los países petroleros más ricos no aprovechó los altos precios para mejorar su eficiencia, capacidad de producción y diversificar su matriz exportadora. El 90% de los ingresos por exportaciones dependen aún del petróleo y sus costos de producción son insostenibles frente a los precios actuales de $40.
Será necesaria una reforma política que reste poder a la figura presidencial y al Ejército, que fortalezca las instituciones y logre acuñar balances y contrapesos entre los poderes de la República y que brinde garantías para una verdadera libertad de prensa y el ejercicio pleno de los derechos humanos de la ciudadanía.
Hay un largo camino por delante y no estará ayuno de lo que ya se anunció: una férrea oposición del oficialismo, que vetará cualquier ley de amnistía para liberar presos, aprobará antes de enero una ley de estabilidad laboral para proteger a los empleados públicos y hará el nombramiento de los magistrados vacantes del Tribunal Supremo de Justicia. Debemos estar a la expectativa.
Nuria Marín Raventós es licenciada en Derecho por la Universidad de Costa Rica y máster en Artes Liberales por Harvard University. Es cofundadora y vicepresidenta del grupo empresarial Álvarez y Marín Corporación.