En los últimos diez años no hay uno en que el Ministerio de Educación no falle en el pago de los salarios a los maestros. El MEP va invicto en reclamos y, aun así, ha sido incapaz de implementar un sistema de pago de emergencia ante sus frecuentes incumplimientos.
Por eso, esta huelga de educadores debe ser un punto de inflexión, pues ya se llegó al colmo de los colmos: al colmo de mandar a miles de trabajadores a pedir prestado porque el patrono es incapaz de pagar como debe.
Rebuscando en las noticias publicadas por este diario, no hay año sin protesta por fallas salariales; no hay año sin marcha, paro o huelga; todos los años, el atraso ha sido cosa común y, aun así, la respuesta del MEP a sus empleados ha sido la misma: “Espérense a la otra quincena; o a la otra...”.
La Contraloría General de la República, incluso, advirtió deficiencias en el sistema; luego hubo errores que llevaron a pagar ¢2.800 millones de más en sueldos; tras eso, hubo pérdidas de $700.000 porque el software adquirido por el MEP no dio la talla... El año 2003 fue trágico, pues la huelga por fallas salariales duró cinco semanas y acabó con la renuncia de la ministra de entonces, Astrid Fischel.
El problema, siempre, ha sido culpa del software y nadie da la cara porque lo más fácil es decir que fue el “sistema”. Primero, el Sistema Integral de Gestión de Recursos Humanos (Sig-RH); luego, el sistema Integra y ahora ya se va al Integra 2.
Lo cierto es que el sistema tiene fallas, pero los humanos que lo diseñaron, y lo alimentan, también, y, mientras no rueden cabezas y siga la tolerancia con quienes manejan el sistema de pagos, los educadores seguirán viviendo este calvario año a año.
Si algún día se pudiera saber cuánto ha perdido el país en dinero y cuánto han perdido los niños y adolescentes en tiempo de clase y en competitividad con respecto a la educación privada, tomaríamos conciencia de la necesidad de llegar a ese punto de inflexión.
Es hora de que el Gobierno negocie y defina un fondo de pago de emergencia para estos atrasos frecuentes del MEP y, si eso no es viable por las trabas burocráticas, es momento de traspasar el sistema de pago a un consorcio privado, que tenga el equipo de cómputo y el personal idóneos para dar tranquilidad a más de 70.000 personas que hoy no saben si la próxima quincena les llegará completo el salario.