Hay una noticia que, en medio de goles, vacaciones estudiantiles de medio año y uno que otro escándalo, no debe quedar en una página olvidada: lo escandoloso, lo indignante que ocurre en el Fondo Nacional de Becas (Fonabe).
Una vez más, como suele ocurrir con esa ineficiente entidad, dejó sin beca a un ejército de 68.000 estudiantes pobres. El dinero está allí: son ¢16.000 millones que dejó sin usar, sin asignar, de los ¢46.000 millones que se le presupuestaron este año.
La noticia se conoció en un momento crucial, justo a medio año, cuando es común que los alumnos o sus padres deciden dejar las aulas porque no hay plata para ir a estudiar o para mantener el hogar.
Esta ineficacia del Fonabe condena a miles de jóvenes a desertar del colegio, y lo que enerva es saber que sí hay dinero, pero no voluntad para entregarlo.
Llegó el momento de que la Casa Presidencial, el Ministerio de Educación y, si es del caso, los diputados y hasta la Fiscalía entren con maquinaria de demolición a ese fondo, para acabar con su inoperancia.
Es solo cuestión de leer noticias de hace diez, cinco o un año para entender que las denuncias son las mismas y que quienes gobiernan el Fondo han sido tratados con guantes de seda.
Incluso, el MEP anunció, hace unos años, una posible intervención que, al final, no pasó ni de la puerta, porque hubo temor a entrarle a fondo a ese fondo.
Y, por tanta condescendencia, persistieron los errores en pagos, atrasos en becas, la tramitomanía y la burocracia, al colmo de que, en el 2012, Fonabe usó ¢1.066 millones para subsidios en gastos administrativos.
Pero, ¿qué hacer cuando ya ha pasado de todo?
Lo primero es que los sectores representados en la junta directiva (MEP, Unión de Cámaras, Consejo Nacional de Rectores, IMAS y Federación de Colegios Profesionales Universitarios) den la cara, asuman responsabilidad por la inoperancia y llamen a cuentas.
No obstante, lo más digno es que, al fin, se declaren incapaces y acepten ser intervenidos, despedir al personal que no sirve y contratar gente con sensibilidad ante la angustia ajena.
Pero, si se resisten a ser intervenidos, es hora de que la Casa Presidencial, el MEP y los diputados fuercen la renovación porque, de por medio, están adolescentes, padres y madres que necesitan un dinero que Fonabe tiene haciendo nada.