Gracias a una resolución de la Sala Constitucional y una subsiguiente directriz emitida por la Superintendencia General de Seguros (Sugese) se impide en esta materia discriminar por razones de edad.
Así, las aseguradoras deberán tomar en cuenta otros elementos para el análisis de la edad como factor de riesgo (estadísticos, históricos de salud o bien actuariales de la persona por asegurar), no pudiendo tomar el simple arribo a una edad en particular como un factor automático de exclusión o variación en la cobertura.
Buenas noticias para personas como don José Rodríguez, quien ha cotizado desde sus 35 años para una póliza de vida pero, que próximo a cumplir 70 años, fecha límite de permanencia de su póliza, se extinguiría automáticamente.
Buenas noticias también para personas como María Gómez quien con 55 años quiere adquirir un crédito para comprar una vivienda, y ya no podrá ser rechazada para una póliza de saldos deudores, como sí lo era en el pasado, con algunas aseguradoras .
No todo es positivo sin embargo. Ya hace algunos años, el INS había optado por solventar el tema recurriendo a un recargo por edad, que por cierto tiene un crecimiento exponencial como lo muestra una de las tablas de recargos en relación con los 65 años: 66 (8%), 67 (18%), 68 (29%), 69 (42%), 70(57%), 75 (161%), y así sucesivamente hasta 100 años (1.886%).
La respuesta de las aseguradoras no se ha hecho esperar; estas anticipan el encarecimiento y/o disminución de los niveles de cobertura, lo cual, además de lo obvio, podría tener el efecto adicional de que menos personas opten por asegurarse.
El tema no es para nada sencillo, pues entendemos que los seguros son una actividad de riesgo y que esta debe ser sostenible, pero creemos también que el país gana entre más personas cuenten con ellos y con una cobertura adecuada.
Por otra parte, los modelos mayoritariamente utilizados usan como referente 65 años, una realidad cada vez más lejana cuando la expectativa de vida promedio en América Latina y el Caribe es de 74,8 años (OPS, 2012).
La discriminación por edad en Costa Rica y por sexo en la Unión Europea en materia de seguros, me invitaron a conocer más de cerca la industria y a comprender que como usuarios necesitamos más información y educación. Que se deben propiciar los productos colectivos que hacen solidario el riesgo.
Aboguemos porque tengamos instrumentos de protección para que, llegado el momento de la verdad, no nos encontremos con esa odiosa cláusula en letra pequeña, que, como decía mi abuelo, hace que las reglas son a mi favor cuando compro la póliza y en mi contra cuando la necesito.