Los hechos recientes en torno al Banco de Costa Rica revelaron una de las debilidades del sistema financiero: la gobernanza y la operación de los bancos estatales. Pero hay más fragilidades, muchas más:
-La ineficiencia de las instituciones financieras costarricenses, medida por los altos márgenes de intermediación que utilizan y que limitan un mayor crecimiento económico y del empleo, en un mercado en donde los bancos públicos tienen el 78,3 % de las carteras de créditos en colones.
-La concentración de las carteras de crédito de los bancos públicos en unos pocos clientes con créditos muy altos en relación con su capital. Al ver la facilidad con que se han concedido préstamos dudosos por el equivalente a miles de millones de colones, cabe preguntarse si los bancos del Estado deberían estar concediendo préstamos de esa magnitud o si deberían concentrarse en financiar proyectos de las empresas medianas y pequeñas. Esto disminuiría el riesgo de pérdidas cuantiosas e impulsaría el tipo de empresas que generan mayor cantidad de empleos.
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El 99,8 % de las operaciones y el 80 % del saldo total de las carteras de crédito (colones y dólares) corresponde a créditos menores a ¢5.000 millones o su equivalente. Se han realizado cientos de miles de operaciones menores a ¢50 millones.
Sin embargo y en contraste con lo anterior, los bancos públicos han otorgado 80 créditos con saldos de entre ¢5.000 y ¢10.000 millones y 66 créditos con saldos promedios de ¢21.153 millones o su equivalente en dólares cada uno. Esto constituye un riesgo innecesario para la banca pública y no es una actividad en la que debe estar un Estado que tiene muchas otras prioridades.
Por lo tanto, debe establecerse un límite absoluto o un porcentaje muy pequeño (ej, 0,5 %) de su capital, al monto que los bancos públicos puedan prestar a una empresa o grupo de interés económico, por medio de una directriz, un reglamento o una ley, dando un plazo transitorio para no causar choques en el sistema financiero.
Podrían exceptuarse los préstamos a otras instituciones financieras para que los bancos públicos puedan actuar como banco de segundo piso, canalizando recursos a sectores o actividades prioritarias para el desarrollo nacional.
-Riesgo cambiario. De las carteras de crédito en dólares, el 62,5 % está en manos de bancos privados y el 37,5 % en bancos comerciales públicos. Sin embargo, de acuerdo con la última revisión del Programa Monetario (PM), la gran mayoría de esa cartera, el 70 %, está concentrado en agentes cuya principal fuente de ingresos es en colones y no en divisas, y, por tanto, expuestas al riesgo cambiario.
Las entidades financieras, sin considerar el Banco Central, han aumentado su endeudamiento externo de $1.617 millones al finalizar el 2010 a $6.744 millones a mediados del 2017. Un nivel similar al del gobierno general y un aumento de más de $5.000 millones en seis años y medio. Esto constituye un riesgo importante para el sistema financiero y para el país.
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Mercados fraccionados e ineficientes. En la misma revisión del Programa Monetario se apunta una cantidad de fallas del mercado cambiario que no se han solucionado:
“El mercado cambiario costarricense está fraccionado en tres submercados para transacciones de divisas. El primero es el de ventanillas, donde el público realiza operaciones con los intermediarios cambiarios mediante ventanillas físicas, cajeros humanos, banca por Internet, plataformas preferenciales y cajeros automáticos, entre otros. Representa el 88 % de las negociaciones del mercado .
”El segundo es el Mercado de Monedas Extranjeras (Monex), plataforma integrada al Sistema Nacional de Pagos Electrónicos en la que participan el Banco Central, los intermediarios cambiarios y el público que cumple con los requisitos para participar en este mercado. Monex representa una proporción minoritaria del monto transado en el mercado cambiario, con una alta tendencia a la concentración, tanto en el valor como en la cantidad de transacciones. Además, el efecto de los excesos de demanda u oferta de las ventanillas tiene el potencial de generar movimientos de magnitud relativamente altos en Monex por la proporción que representan esos montos en relación con el tamaño de las transacciones que se efectúan en esta plataforma.
”Considerando la demanda de divisas por los intermediarios, un 80 % se concentra en nueve entidades. Finalmente, hay transacciones de compra y venta de divisas que los intermediarios cambiarios efectúan de forma directa, sin acceder a la plataforma Monex”.
Con este análisis del mismo Banco Central, el precio de las divisas se determina en un mercado fraccionado, no eficiente, sujeto a las intervenciones de unos pocos intermediarios. Difícilmente pueden descubrirse los precios de mercado en esta forma. Pretender estabilizar, con variaciones mínimas, el mercado a costa de perder reservas monetarias internacionales sería torpe y muy costoso.
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Es urgente hacer las reformas y utilizar las tecnologías del caso, para que el mercado cambiario funcione como un mercado integrado, profundo y eficiente. Todas las transacciones, con precio y monto, que lleven a cabo los diferentes intermediarios deberían reflejarse, en tiempo real, en una plataforma común, de libre acceso.
Al igual que hizo el Banco de México, el Banco Central puede hacer subastas de instrumentos de divisas a plazo, que permitan la cobertura del riesgo cambiario y reduzcan las presiones del mercado de contado.
Desarrollo de los mercados de tasas de interés. El Ministerio de Hacienda y el Banco Central han sido cortoplacistas, sin importarles mucho el desarrollo de los mercados financieros, afectando así el desarrollo del sistema financiero, los instrumentos para el manejo de riesgos y, con ello, la competitividad y el crecimiento económico.
El Ministerio de Hacienda debe emitir y colocar, a través de subastas semanales, casi únicamente títulos estandarizados de tasa fija, a plazos de referencia utilizados internacionalmente, tales como dos, cinco, diez, veinte y treinta años.
Esto permitirá establecer una curva de rendimientos soberana de mercado, que aparte de permitir manejar los riesgos correspondientes, sería la base para un mercado de bonos corporativos, que permita a muchas empresas financiar su deuda directamente del mercado a tasas mejores que las bancarias y, con ello, ser más competitivas así como ofrecerle al inversionista mayores alternativas de inversión.
Los préstamos en colones del sistema financiero deben utilizar una tasa de referencia de mercado, que permita desarrollar un mercado de derivados para coberturas de tasas de interés, para deudores e instituciones financieras.
Resumen. Los riesgos del país han aumentado por el mucho mayor endeudamiento externo del Gobierno, el sistema financiero, los desequilibrios fiscales, el alto desempleo y la pérdida de reservas monetarias, por lo que es urgente que se cuente con los instrumentos de cobertura de los riesgos cambiarios y de tasas de interés correspondientes.
El sistema financiero es la espina dorsal de la economía, por lo cual estos apuntes pretenden señalar algunas reformas urgentes para mitigar los mayores riesgos y sentar la base para el crecimiento.
Desde hace varios años se han seguido políticas económicas que han dado una falsa sensación de estabilidad a costa de aumentar significativamente el endeudamiento externo del Gobierno, del sistema financiero y de los deudores, incrementando los riesgos en forma preocupante. Esas políticas han repercutido en mayor desempleo y empleo informal, y han debilitado la estructura productiva del país.
El autor es consultor.