Entre las anécdotas más notables de la época de Stalin, sobresale el remezón en el Kremlin cuando se notó la sustracción de un valiosísimo documento: el acta de una sesión del Sóviet Supremo en la cual se decidieron los resultados electorales rusos hasta el año 2000.
Esta misma sensación nos invade cuando hablamos de comicios en la Venezuela de Nicolás Maduro. Aquello es tierra minada. La incertidumbre sobre el resultado nunca existió, a pesar del complicado y aparatoso mecanismo de estas votaciones, supuestamente concebido para excluir los manoseos en las urnas.
Esta comedia seudocientífica posee, a pesar de la grandiosidad del bosquejo, grandes lagunas, entre ellas cómo designar los funcionarios que supervisan el proceso así como el escogimiento de los encargados de certificar quién o quiénes ganaron. Asimismo, el modelo es idóneo para una consulta amplia, como el referendo del domingo para aprobar o no el arranque de la Asamblea Nacional Constituyente.
Los conocedores de este tipo de plebiscitos afirman que lo ocurrido el domingo fue una especie de telenovela, más apta para un jolgorio que para constituir un Parlamento. Como lo transmitió internacionalmente la televisión, hasta música y arepas obsequió el gobierno en los puestos electorales. No en vano, en las listas de aspirantes a una curul, la mayoría eran políticos cercanos al gobierno.
Como circo quizás fue un éxito. Sin embargo, las tropas del Ejército desembocaron en las calles para dispersar las manifestaciones contrarias a Maduro. Más importante quizás, el balance político se alejó aún más del gobierno al evidenciar el afán de fomentar un sistema autoritario y antidemocrático.
En la esfera de las relaciones internacionales, que exitosamente manejó Chávez, en esta oportunidad solo Nicaragua, Bolivia y Ecuador más algunas islas del Caribe, Cuba incluida, continúan avalando al régimen. Pero este pulso no termina todavía. Veamos lo que decide la OEA en los próximos días.
Entre tanto, el gobierno norteamericano impuso el lunes sanciones económicas en contra de Maduro. Aparte de designar a Maduro como “dictador” y erigir un frágil cerco legal para contratar en Estados Unidos, nada más hay por ahora. Además, alterar el régimen de importaciones de petróleo venezolano podría tener repercusiones adversas en los precios internos de Estados Unidos. Hasta aquí llegan por ahora los riesgos de comerciar con Venezuela. Pero, paciencia. En esta materia hay que andar despacito.