Los hechos terroristas en París y el reciente triunfo del partido Syriza en Grecia podrían alimentar en Europa un preocupante giro hacia posiciones polarizadas.
Los partidos de extrema derecha aprovechan el sentido de inseguridad provocado por la ola de terror, recurriendo al discurso antiinmigración y antiislamismo, especialmente en países con altos niveles de población musulmana como Francia, con casi 5 millones (7,5%), Alemania, con 4,7 millones (5,8%), el Reino Unido, con 2,9 millones (4,8%), o bien España (Pew Research Center).
Resulta significativo que, tras los atentados en París, el Frente Nacional, liderado por la ultraderechista Marine Le Pen, haya ganado la primera elección en los comicios de Doubs, al noreste de Francia.
Si la ultraderecha tiene su aliento en París, las fuerzas de izquierda se alimentan con el éxito electoral del griego Alexis Tsipras, quien, con un 36,3% de los votos y 149 escaños, estuvo a punto de alcanzar la mayoría absoluta (151).
El hoy primer ministro griego obtuvo la victoria mediante un encendido discurso contra las medidas de austeridad impuestas por la troika (Banco Central Europeo, Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional), posición que le ha valido realizar una inusual y otrora impensable alianza con el partido nacionalista de derecha Griegos Independientes (ANEL), un pacto de extremos.
Lo sucedido en Grecia alienta a otros grupos como Podemos en España, una novel fuerza política, articulada alrededor del descontento de los ciudadanos y la creciente impopularidad de los partidos mayoritarios, el Partido Popular y el Partido Socialista Obrero Español, este último ya superado por Podemos, según las últimas encuestas del mes de enero.
¿Cuán radicales o permanentes serán estos cambios? De momento, son más las incógnitas que las respuestas, y todo dependerá de las próximas semanas, pues está próximo el 28 de febrero, fecha de vencimiento de la prórroga del rescate financiero griego.
Una vez más, se reta a la unidad monetaria europea. Una posición intransigente del Gobierno griego, y su posible contagio, amenaza a una Europa de bajo crecimiento y con el fantasma de la deflación, pero excesivas concesiones podrían ser también peligrosas. Ojalá prime la búsqueda del justo medio, a fin de garantizar el añorado bienestar, que es la mejor vacuna contra los extremismos.