Distintos estudios actuariales llevados a cabo a lo largo de los años por peritos nacionales e internacionales llegaron a la conclusión de que el Régimen de Pensiones de Invalidez, Vejez y Muerte (IVM) enfrentará problemas financieros a mediano y largo plazo. Tales resultados generan preocupación y fuertes críticas; sin embargo, la Caja Costarricense de Seguro Social se mantuvo firme en que las conclusiones son erróneas, hasta que los actuarios de la Universidad de Costa Rica presentaron conclusiones similares e indicaron que el régimen podría caer en insolvencia en el 2030 de no efectuarse los ajustes necesarios para inyectarle nuevos fondos.
El 31 de octubre, luego de casi siete meses, la mesa de diálogo establecida por el gobierno para determinar las medidas para reformar el régimen presentó una propuesta que se compone de 33 recomendaciones. Estas han sido fuertemente criticadas por expertos, quienes la consideran cosmética e incapaces de solucionar el problema de fondo. Según los expertos, las recomendaciones ofrecen soluciones transitorias, que deberán enmendarse con ajustes más dolorosos cada cinco años, aproximadamente.
Antes de tomar medidas que probablemente no solucionen el problema del régimen, sería conveniente analizar el portafolio de inversiones para determinar si se está invirtiendo en instrumentos que generen la mayor rentabilidad posible con la menor cantidad de riesgo.
Inversiones. En la página del IVM se muestra que para finales del 2016 el fondo mantiene recursos por ¢1,9 billones invertidos, en su mayoría, en bonos del Ministerio de Hacienda y del Banco Central, y una menor parte en préstamos para la vivienda.
Lo anterior refleja que los recursos se gestionan de manera conservadora. Se colocan, mayoritariamente, en instrumentos de renta fija y no se considera, o al menos no se observa inversión en títulos de renta variable, como acciones, fondos que repliquen índices o fondos que transen commodities y acciones, los cuales, de acuerdo con la teoría financiera, ofrecen mayores rendimientos que la renta fija.
Al concentrar las inversiones en instrumentos de renta fija, el régimen estaría perdiendo la oportunidad de obtener mayores rendimientos que mucho bien harían a sus finanzas, y aliviaría así la presión de tomar medidas adicionales para la inyección de nuevos recursos.
Si a modo de ilustración se hubiese tomado un 5 % del total del dinero disponible a finales del 2016 (equivalentes a ¢95 millones) para comprar acciones de la empresa Florida Ice and Farm a un precio de ¢750 y se hubieran vendido al precio actual, aproximado de ¢960, la ganancia habría sido de unos ¢27 millones, o el equivalente a un rendimiento anual sobre la inversión del 28 %.
Si ese mismo monto se hubiese invertido en bonos del Gobierno, habría obtenido un rendimiento aproximado del 5 % o ¢4,75 millones.
Pérdida. Si bien el ejemplo anterior es una expresión simplificada de la complejidad que enfrenta un gestor a la hora de hacer inversiones, dónde elegir la empresa, el instrumento y el momento preciso de efectuar la inversión, o timing, no es tan sencillo como aparenta. Demuestra que el régimen estaría dejando de percibir rendimientos mayores al no invertir en títulos de renta variable.
Debe permitirse que la inversión en instrumentos de renta variable tengan participación en el portafolio de inversiones del IVM, y las autoridades deben establecer límites de acción claros y precisos de la cantidad de recursos que colocar.
También deben definir el método, las políticas y los procedimientos necesarios para seleccionar las empresas e instrumentos adecuados y contratar personal especializado para manejar este tipo de inversiones, pues la compraventa de instrumentos de renta variable conlleva destrezas en manejo de riesgos que no se presentan en las inversiones de renta fija.
Debe considerarse que a mayor rendimiento debe tolerarse mayor riesgo, por lo que la distribución del portafolio debe definirse dependiendo de qué tan vigoroso o tan conservador se pretenda ser, pueden las autoridades elegir entre diversas alternativas como, por ejemplo, invertir un 10 % de los recursos en renta variable, un 20 % en préstamos para vivienda y un 70 % en bonos de Gobierno o establecer uno más o menos conservador.
No considerar instrumentos que generan rendimientos mayores dentro del portafolio de inversiones podría considerarse conformista, sobre todo si se esta perdiendo la oportunidad de generar recursos que mitiguen la aplicación de eventuales ajustes estériles o que conlleven sacrificios injustos para quienes de manera solidaria aportan al régimen del IVM.
El autor es administrador de negocios y contador público.