El Gobierno insiste en que la solución a la grave situación fiscal va, mayoritariamente, por la vía de más impuestos. Ha sido tan obstinado en esa postura que ha marginado casi por completo las otras dos salidas al problema: el control y la mejora de la gestión del gasto público y el crecimiento económico.
El ministro de Hacienda, Helio Fallas, aprovecha cada ocasión que puede para remarcar su estrategia de aumento en la carga tributaria. Llega a tal punto su insistencia, que incurre en errores garrafales. Su última ocurrencia fue echarles la culpa a los tratados de libre comercio por la caída en la recaudación de impuestos.
Aparte del hecho que los aranceles bajaron antes de que entraran en vigor la mayoría de los tratados, el ministro ignora los efectos positivos sobre el crecimiento económico que ha tenido la reducción de aranceles (tanto unilateralmente como por medio de la firma de tratados). Prueba de ello es que hoy la carga de impuestos del país es más alta que cuando se inició el proceso de reducción arancelaria.
La agresividad tributaria del Gobierno no está balanceada con su actitud hacia el control de gastos o la promoción del crecimiento de la producción.
En momentos en que el desempleo es alto y la actividad económica se desacelera a ritmo galopante, la noticia de que tendremos que pagar más impuestos nos cae como un balde de agua fría a todos. En realidad, cualquiera se asusta cuando el Gobierno habla de que quiere aumentar la recaudación en un 20% con respecto a lo que ya recoge hoy. No en vano, un 51% de los empresarios encuestados por la Uccaep manifiestan que no piensan hacer nuevas inversiones el año entrante, y el 71% dice que no contratará personal nuevo.
Si la producción no crece, las posibilidades de resolver el problema fiscal son nulas. Antes se decía que el mejor ministro de Hacienda es una buena cosecha de café. Hoy día esa misma frase aplica, pero al crecimiento económico en lugar de la cosecha de café. Solo hay que ver cómo la recaudación de impuestos llegó a su nivel histórico máximo en el 2008, precisamente cuando la economía crecía más aceleradamente.
De ahí que sería bueno que el Gobierno se enfoque, de manera mucho más dinámica, a promover las condiciones para un mayor crecimiento económico. Si no lo hace, nos puede pasar, como país, lo que le sucede a una persona enferma del corazón a la que le hacen un cateterismo de urgencia, pero que no cambia su estilo de vida, ni mejora su dieta, ni hace ejercicios. Al cabo de un tiempo necesitará un nuevo tratamiento.
(*) Luis Mesalles obtuvo su doctorado y maestría de Economía en The Ohio State University y su bachillerato en Economía en la Universidad de Costa Rica. Actualmente, es socio-consultor de Ecoanálisis y gerente de La Yema Dorada. Participa en varias juntas directivas. Anteriormente, fue vicepresidente de la Junta Directiva del Banco Central de Costa Rica, presidente de Academia de Centroamérica, profesor en la Universidad de Costa Rica y en la Universidad Stvdium Generale.