Mañana ejercemos los costarricenses nuestro derecho a votar. Este ejercicio es una parte fundamental de nuestra democracia. Aunque todas las elecciones son importantes, parece ser que esta ha tomado una mayor relevancia, sobre todo porque da la impresión de que existe un descontento casi generalizado en la ciudadanía, el cual se traduce en un voto protesta. Muchos parecen estar votando “en contra de” en vez de “a favor de”.
Ese comportamiento puede ser peligroso, pues puede llevar a la pérdida de confianza en la democracia como el sistema adecuado para llevar bienestar a todos. Según el informe de Latinobarómetro del 2013, Costa Rica ha sufrido la disminución más grande del continente en cuanto al apoyo a la democracia. De un 80% que apoyaba la democracia en 1996, solo la mitad de los ticos la apoya al 2013. El resto preferiría un Gobierno autoritario o le da lo mismo. ¡Preocupante!
El dilema entre democracia y autoritarismo no es nuevo. En días pasados, María Eugenia Vargas Solera, primera mujer juez de Costa Rica, me hizo llegar un documento escrito por ella en 1965. En él, doña María Eugenia expone su preocupación por la lucha que se daba en ese entonces entre el comunismo y la democracia, por lograr “... la supremacía de la autoridad sobre las relaciones de convivencia entre los individuos y pueblos...”. El comunismo, decía, “... se asienta en la imposición, la dictadura, el partido único y el desconocimiento de la universalidad de los seres humanos, para permitir que unos pocos, los que manden, usurpen los derechos que a todos pertenecen...”. Mientras tanto, la democracia “... requiere de las decisiones de mujeres y hombres libres tomadas por propia convicción; del aporte de cada uno y del mutuo reconocimiento y respeto de la igual naturaleza y de los iguales derechos y deberes de la sociedad”.
Es preocupante ver cómo en la última década ha habido un viraje hacia regímenes seudoautoritarios en la región, que se perpetúan en el poder mediante vías legales, pero, al fin y al cabo, a través de limitaciones a la libertad de las personas a decidir sobre su propio destino. Ese es el viraje que debemos evitar en Costa Rica.
Para ello, debemos cuidar mejor nuestra democracia. Decía doña María Eugenia que, la democracia, “... para su desarrollo, fortificación y defensa, se nutre directamente de la educación... que provoque criterios; que engendre militancia y la entrega voluntaria de los hombres y mujeres a una vida democrática como resultado del encuentro pleno de su ser con su libertad”.
Debemos generar un proceso de educación continua de la ciudadanía para que todos tengamos un mejor criterio al decidir nuestro voto, y también debemos ser mucho más activos en nuestra participación ciudadana, en todos los aspectos de la sociedad. La democracia y la libertad se construyen día con día, no solo cada cuatro años.