Ante la ausencia de contrincante, Luis Guillermo Solís (LGS) continúa su campaña actuando casi como si fuera presidente electo. Es como si estuviera en una segunda ronda con transición de poder incluida. Se ha dedicado a visitar comunidades y representantes de diversos sectores productivos. El tono conciliador y amable que lo caracteriza ha dado esperanzas a muchos de que sus problemas serán resueltos en el eventual gobierno del Partido Acción Ciudadana (PAC).
Sin embargo, es imposible satisfacer a todos. Eventualmente tendrá que tomar decisiones. En ese momento quedará mal con algunos. No necesariamente por falta de voluntad, sino por incompatibilidad de intereses entre los grupos.
Uno de esos casos es el tema de energía. LGS ha dicho que urge bajar el costo de la energía para mantener la competitividad. A las cámaras empresariales les dijo que analizaría sus propuestas. Sin embargo, en la entrevista que publicó La Nación , el pasado lunes, LGS se aparta de ellas. Dice que el tema de la energía es “ideológico en el sentido de que hay sectores que quieren utilizar esta discusión para buscar la apertura total del mercado…”.
Descalifica mediante exageraciones infundadas a los que piensan diferente a él. De las propuestas que han estado sobre la mesa de discusión en los últimos años, ninguna propone una apertura total. Todas van en el sentido de permitir un poco más de apertura en el mercado energético, de manera que el sector privado pueda ayudar a resolver el problema de la energía cara .
Parece ser que LGS no quiere pleitos con los empleados del ICE. En diversos foros ha dicho que él es “iceísta”. Y eso lo dejó muy claro cuando incluyó a tres “iceístas” puros entre sus nombramientos de las vocerías.
El tema fiscal es otro tema en el que LGS enfrentará fuertes conflictos. Ha dicho que no hará reforma tributaria en los dos primeros años. También ha prometido más gasto público a muchos sectores. No hay duda de que ese escenario nos llevará a un déficit fiscal que eventualmente será insostenible. Para salvar la situación, no le quedará otra que reducir el déficit.
Nadie habla aquí de déficit cero, como LGS dice en la entrevista del pasado lunes para descalificar, de nuevo, a quienes no piensan como él. Pero sí habría que llevar el déficit a un nivel razonable, compatible con el crecimiento de la economía.
Si se quisiera hacer únicamente con más impuestos, serían tantos que el crecimiento económico se estancaría. Habría que entrarles, de manera decisiva, a los disparadores del gasto. Y eso pasa por hacerle un gran recorte a los “pluses” salariales de los empleados públicos.
Para ello, LGS debería abandonar su tono conciliador y estar dispuesto a enfrentarse a los sindicatos, que constituyen un grupo de interés con mucho poder y una base electoral muy fuerte para el Partido Acción Ciudadana.