El colón vuelve a perder valor. Luego de poco más de dos años con el tipo de cambio pegado a la banda de ¢500 por dólar, de repente empieza a despegarse. Aunque algunos se lo han querido atribuir a alguna conspiración, yo veo otras explicaciones más realistas.
No hay nada nuevo de importancia que pueda explicar el cambio de tendencia en el tipo de cambio. El déficit externo sigue siendo alto, pero es financiado casi al 100% por inversión extranjera directa.
Los movimientos de capitales financieros sí han cambiado. Cuando los capitales de inversionistas internacionales entran de manera importante al país, buscando los altos rendimientos que ofrecían los bonos del Gobierno tico, el tipo de cambio fue presionado a la baja. Al dar la FED nuevas señales sobre su política monetaria ( tapering ), esos inversionistas deciden sacar su capital de todos los países emergentes. De ahí que Costa Rica se una a la tendencia de devaluaciones como las de Brasil, Chile, Colombia, Malasia o Indonesia.
Cuando el Gobierno de Costa Rica decide endeudarse en el exterior hace año y medio, la entrada de esos dólares presiona el tipo de cambio a la baja. Ahora que al Gobierno se le acaba la huaca de dólares que tenía para vender, la presión es, más bien, a que el tipo de cambio suba.
Ante un tipo de cambio que se queda pegado al piso de la banda por mucho tiempo, los ticos corren en manada a cambiar sus dólares por colones, para así aprovechar el mejor rendimiento financiero de la moneda local. Eso ayuda a la apreciación del colón. Pero, cuando la gente se da cuenta de que el tipo de cambio empieza a subir en estas últimas semanas, muchos deciden volver a cambiar sus colones por dólares. Otro factor adicional para que el colón se devalúe.
Finalmente, no podemos descartar que, ante la incertidumbre de las elecciones, algunos inversionistas prefirieran la seguridad del dólar que el colón. Sin embargo, no se puede hablar de conspiración política, pues el tipo de cambio subió ¢13 en enero, antes de las elecciones, y ha subido otros ¢12 después de ellas.
Ahora bien, que el tipo de cambio tenga una variación de ¢25 (5%), en mes y medio, no suena a mucho. Incluso, el día en que más varió fue ¢7, apenas 1,4%. Fluctuaciones de esas magnitudes son muy normales en mercados financieros moderadamente desarrollados. Claro, suena a mucho para un mercado incipiente como el cambiario de Costa Rica, tan acostumbrado a un tipo de cambio estático y predecible.
¿Hacía falta que el Banco Central interviniera en esas circunstancias? ¿Si de ahora en adelante la norma será la volatilidad, volveremos a ver intervenciones no anunciadas? ¿Cuáles serán las reglas de intervención? ¿Quién las debe saber? ¿Unos pocos o todos? Interrogantes que quedan para discutir en otra ocasión.