Renunció el Doctor. Se metió en política creyendo que podía ayudar al país, pero salió desilusionado. Se dio cuenta de que es verdad lo que la mayoría de los costarricenses piensan sobre los políticos. Dijo: “… los responsables de velar por ella (la democracia) la ultrajaron, la debilitaron, la violaron y pretenden mantenerla así, secuestrada para favorecer intereses personales o de grupo…”.
Aunque no todos, la mayoría de la gente que se mete en política lo hace para perseguir algún interés propio. Algunos lo hacen para conseguir un trabajo fácil y bien remunerado; otros, para conectarse bien y luego ser nombrados en algún puesto político relevante, ser contratados en algún organismo internacional o conseguir alguna recomendación para hacer una consultoría. Los hay que buscan favorecer sus intereses a través de dádivas especiales: exoneración de impuestos, subsidios o protecciones especiales para el gremio que pertenecen, la venta de algún terreno a buen valor, o arreglar la calle que pasa frente a su propiedad. Abundan los casos de aspirantes a diputados que buscan mejorar su pensión o lograr la inmunidad para evadir el peso de la ley.
En política, la cosa va a puñalada por bollo de pan. Pero tampoco hay pensar que en el ambiente laboral de la empresa privada ese tipo de cosas no suceden. También la gente lucha por mejorar sus intereses. Las serruchadas de piso y puñaladas por la espalda no son exclusivas de los políticos. No es que los “políticos” sean personas diferentes a los trabajadores o empresarios. No es que son una clase aparte. Muchísima gente que se mete en política ha sido trabajador o empresario, y, cuando sale de la política, vuelve a serlo.
La diferencia radica en que la lucha por conseguir el sustento se vuelve más agresiva en el campo político. Ahí, el instinto animal sale a relucir con mayor fuerza, porque el pastel a repartirse es muy grande y apetitoso.
Esa actitud tampoco es algo exclusivo de los ticos. Solo falta ver lo que está sucediendo en Estados Unidos. La lucha de poder entre demócratas y republicanos, en la que ninguno quiere aflojar su posición, los ha llevado a paralizar el Gobierno. Eso sí, los que están tomando las decisiones siguen recibiendo su salario puntualmente.
Me quedo con dos lecciones. Primera: el que se mete en política está sujeto a las presiones de grupos de interés con mucha fuerza. Si se quiere enfrentar a ellas, debe tener un temple y unas agallas increíbles. Segunda: si se quiere disminuir la repartición de favores dentro de la política, hay que limitar el alcance y la discrecionalidad para actuar que tienen los políticos. Hay que reducir las tentaciones. No podemos seguir pidiendo que el Gobierno se meta en más asuntos, sabiendo que serán políticos los que irán a administrarlo.