Con inmenso pesar nos enteramos del fallecimiento de dos grandes figuras del arte y la literatura. Ambos, el mismo día, 21 de julio, con una diferencia de horas. El primero en partir fue el insigne y polifacético actor, cantante, dramaturgo y activista social Theodore Bikel. Lo siguió el aclamado escritor e historiador E.L. Doctorow.
Bikel es recordado por su personificación de Tevye, un campesino judío en Anatefka , remoto y paupérrimo poblado de la Rusia de los zares. Basado en las historias del legendario Sholem Aleijem, el drama musical Violinista en el tejado ( Fiddler on the Roof ) fue un triunfo instantáneo en Broadway, donde Tevye cobró vida en la genial interpretación de Bikel en más de dos mil representaciones.
El éxito de Tevye fue precedido por el que Bikel había conseguido antes como el capitán Von Trapp en El sonido de la música ( The Sound of Music ), drama musical llevado luego al cine con Julie Andrews y Christopher Plummer.
Con dolor también recibimos la noticia de la muerte de E. L. Doctorow, “escritor prolífico, ensayista, maestro y comentarista político”, puntualizó una de sus exalumnas de la Universidad de Nueva York.
Sus novelas sobre temas históricos motivaron varias producciones de cine. Mi primer contacto con su obra fue la novela Ragtime, sobre Nueva York, que llegó a Broadway y al cine con gran aclamación y cuyo título evoca ese género musical sureño cuya principal figura fue el pianista y compositor Scott Joplin.
Frescas guardo en mi memoria las deliciosas conversaciones sobre el género musical del ragtime que tuve con mi querido y recordado amigo y colega, el Dr. Samuel Stone, gran conocedor de la cultura del sur norteamericano.
El nombre Edgar del finado autor fue escogido por sus padres en memoria de Edgar Allan Poe, escritor norteamericano aplaudido por sus historias breves y poemas ( The Raven ). Doctorow, en su niñez, descolló por su afición a la música clásica y la literatura.
Su viva imaginación fue patente, a los nueve años de edad, en un breve relato que escribió como tarea escolar donde reseñó la vida ejemplar y sufrida del portero del edificio donde la familia de Edgar residía.
Seleccionado el relato para ser publicado en la revista escolar, los editores se toparon con la sorpresa de que el citado edificio no tenía portero. Fue el preámbulo de su fama como autor y, sobre todo, cultor del humanismo.
(*) Jaime Daremblum es abogado y politólogo, director de estudios latinoamericanos del Hudson Institute en Washington, exembajador de Costa Rica en Washington y Ph.D. de Tufts University, Flectcher School.