En este sueño, la agencia de espionaje de la República Popular de China nos permite escuchar el final de una conversación, vía el “teléfono rojo”, entre Obama y Putin.
Obama: “Vladimir, la jugada tuya de Crimea merece una tarjeta roja”. Putin: “Barak, Rusia no tiene por qué pedirte permiso para proteger a los rusos que viven en Rusia. Crimea es Rusia desde mucho antes de que Guam, Hawái, Oregon, California, Arizona, Nuevo México, Texas y Costa..., digo, Puerto Rico fueran Estados Unidos”. Obama: “Pero, Vladimir, como bien advirtió Kerry, en el siglo XXI el irrespeto a la integridad territorial de un Estado atenta contra la civilización”. Putin: “ Kerrydículo se oye eso: no vas a decirme ahora que fue en el siglo XV cuando, afirmando que protegían a los albaneses de Kósovo, alemanes, franceses, ingleses y norteamericanos bombardearon Belgrado para obligar a Serbia a abandonar aquella provincia. No olvidés a los diplomáticos chinos que tus pilotos sepultaron bajo escombros. Por lo demás, ¿cuántas divisiones te va a prestar Dame Merkel para que sean los alemanes quienes nos desalojen de Sebastopol, como en 1942?”. Obama: “Vladimir, si seguís diciendo groserías, cuelgo”. Putin: “Calma, amigo mío. Como señal de buena voluntad, la próxima semana te enviaremos, en un dron ruso, unos kilos del caviar que vamos a requisar en Odessa”. Obama: “Si seguís así, te hago ¡clic!”. Putin: “Supongo que tampoco te han dicho tus kerrydos consejeros dos cositas que, desde la perspectiva del derecho internacional, son importantes: primero, que el Parlamento de la Unión Soviética, antes de que esta fuera disuelta, dispuso que la República Autónoma de Crimea se reintegrara a la Federación Rusa y, si esto no se materializó, fue porque Kiev se hizo el gato bravo y, por añadidura y sin quejas de tu pacífica OTAN, luego despojó a la República de Crimea de su autonomía –arbitrariedad similar, por cierto, a la que, según ustedes, Serbia cometió con la Provincia Autónoma de Kósovo–; y, segundo, que la solicitud de intervención nuestra vino del presidente legítimo de Ucrania”.
Despertamos para recomendar que, cuando Crimea se declare independiente, Costa Rica –el segundo país, ¡después de Afganistán!, en reconocer la independencia de Kósovo– se apresure a ser el primero –antes que Tonga, ojalá– en reconocer a Crimea como Estado independiente. Claro que, a la Cancillería que nombró un embajador ante el Reino Unido de los Países Bajos , desaparecido en 1839, habrá que darle instrucciones de tonto para que esta vez no se le ocurra reconocer la independencia del Khanato de Crimea , fenecido en 1783.