“Soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma” (Invictus, W. E. Henley).
Al escribir esta columna, la salud del líder sudafricano Nelson Mandela decaía rápidamente. Próximo a cumplir 95 años, el mundo se apresta a perder a una de sus grandes figuras del siglo XX.
Símbolo de la lucha por la igualdad, Madiba, como cariñosamente es conocido por su pueblo, vio cómo su país obtuvo su independencia y se convirtió en una “República” reservada a una minoría de ciudadanos.
Sus luchas y férrea oposición al apartheid , uno de los más crueles sistemas de opresión y segregación institucionalizada por un Estado en las últimas décadas, lo llevaron a pasar 27 años en prisión, durante los cuales debió realizar trabajos en las canteras cuyas secuelas en sus pulmones y visión lo acompañarían toda la vida.
“Porque ser libre no es solamente desatarse las propias cadenas, sino vivir de una forma que respete y mejore la libertad de los demás”.
Privado de libertad pero no de su destino, se convirtió desde la prisión y luego fuera de ella (1990) en una calificada voz que lo llevó a convertirse en el primer presidente negro de Sudáfrica elegido democráticamente por sufragio universal (1994).
“Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, o su origen, o su religión. La gente tiene que aprender a odiar, y si ellos pueden aprender a odiar, también se les puede enseñar a amar, el amor llega más naturalmente al corazón humano que su opuesto”.
Madiba gobernó con el perdón y el amor, valores que como líder practicó con su ejemplo y que lo llevó a la construcción de un gobierno que buscó en todos los detalles y decisiones la reconciliación en un pueblo marcado por la división, el odio y la violencia social y racial.
Fiel creyente en la educación como el más poderoso instrumento de cambio y sabedor de su papel en la historia sudafricana, Madiba se desprendió de los horrores y tormentos vividos, para gobernar con un estilo paternal e inclusivo, amando por igual a sus electores y antiguos opresores, enseñando como él bien lo dijo:
“Si quieres hacer la paz con tu enemigo tienes que trabajar con él. Entonces se convierte en tu compañero”.
“Después de escalar una montaña muy alta, descubrimos que hay muchas otras montañas por escalar”.
Con su partida de este mundo Madiba se apresta a escalar su última montaña, dejando un invaluable legado de amor, reconciliación y a una nación con una comunión de destino que le ha permitido convertirse en una importante economía emergente y entrar al exclusivo club de los ahora Brics.