A inicios de noviembre se publicaron los resultados del informe Latinobarómetro 2013, y estos no podían ser más alarmantes para Costa Rica, debido a que somos el país de la región que ha sufrido la mayor caída en el apoyo a la democracia.
Otrora un referente democrático, Costa Rica cuenta hoy con un nivel de apoyo a la democracia del 53%, 3 puntos por debajo de la media regional, y, si bien sigue siendo el país mejor posicionado en Centroamérica, ha perdido 27 puntos entre 1996 y el 2013.
Y ¿qué decir del nivel de satisfacción con la democracia? Estamos en un bajísimo 35%, 9 puntos más abajo que en el 2011, decimoprimer lugar en la región y quinto en el istmo centroamericano.
Mientras tanto, al otro lado del Atlántico, el primer ministro del Reino Unido, David Cameron, procedía a pronunciar un magistral discurso de apertura en la Cumbre Anual de la Alianza para el Gobierno Abierto, Londres 2013.
En su disertación justificaba por qué los países no deben escatimar recursos en la incorporación de mecanismos que les permitan a sus Gobiernos ser cada vez más abiertos y transparentes, tanto política como económicamente, único norte posible, si el mundo quiere erradicar verdaderamente la pobreza y lograr nuevos niveles de desarrollo.
La Alianza para el Gobierno Abierto se trata de un esfuerzo global impulsado en el 2011 por un grupo de ocho países, y actualmente cuenta con 62, entre ellos Costa Rica. La iniciativa busca promover Gobiernos más transparentes, que propicien el empoderamiento ciudadano, combatan la corrupción y aprovechen las nuevas tecnologías para fortalecer la gobernanza.
Los resultados del Latinobarómetro han sido acertadamente interpretados como el clamor de una ciudadanía que se siente impotente y frustrada frente a la inoperancia de las instituciones, la sordera de los gobernantes y los sistemas entrabados, que, en vez de combatir el flagelo de la corrupción, la alimentan. De ahí, el disgusto y desconfianza de los ciudadanos.
Es necesario un giro de timón. El nuevo paradigma y norte de los Gobiernos debe ser no solo hablar de las bondades de ser cada vez más abiertos, sino, además, para recuperar la credibilidad y confianza, acompañar los discursos con hechos concretos.
La transparencia, la buena gobernanza y el facilitar la participación de todos los sectores son la mejor manera para promover el desarrollo y el combate de la pobreza, entendiendo, además, que no hay elemento más fuerte que la prédica a partir del ejemplo, y es ahí donde todos y cada uno debemos acompañar nuestro dicho con los hechos. La democracia está en juego.