El Banco de la Reserva Federal de EE. UU. (Fed), el Banco Central Europeo (BCE) y el Banco Central de Costa Rica (BCCR) tienen algo en común: el deber de actuar ante la turbulencia.
La Fed usó un polémico instrumental ajeno a la ortodoxia monetaria ( quantitative easing ) para estimular la economía tras la crisis, cuando le pedía usar la política convencional para cumplir su deber (Ben Bernanke, al dejar la Fed, refutó la crítica en sus memorias The Courage to Act ). El BCE, dirigido por Mario Dragui (Supermario), impuso tasas de interés negativas en contra de los ahorrantes para superar la recesión. También llevó palo, pero cumplió su deber.
¿Debía el BCCR permanecer indiferente ante el remezón cambiario para acallar la crítica de quienes siempre quieren devaluar? Claro que no. Pretender que bajara la guardia, se cruzara de brazos y dejara que un mercado temporalmente preñado de especulación dispara el tipo de cambio por encima de los niveles dictados por los fundamentales de la economía, sería incumplir deberes. Aunque tardío, está haciendo lo correcto.
Yo soy proclive a la libertad, pero no al libertinaje que afecta a los sectores vulnerables. Por eso, repudio la especulación, ya sea activa o pasiva. La activa, más conocida, es acaparar divisas para obtener una ganancia; la pasiva, más calladita e hipocritona, también es subversiva, pues contrae la oferta y presiona el precio cuando los receptores de divisas se sustraen al flujo normal (esconden la leche, dicen en el campo). El promedio diario de negociación en el 2016 era $14 millones; en el 2017 subió a 17 millones, pero en este mayo negro se disparó a $31 millones. La oferta privada neta, al contrario, se contrajo. Más demanda y menos oferta = tormenta perfecta.
¿Quién puso la diferencia? El BCCR de sus reservas. Si no hubiera intervenido, el dólar habría subido groseramente en perjuicio de miles de deudores y la inflación sobreviniente habría golpeado a trabajadores, consumidores y Estado. ¿Se dan cuenta cuán dañina es la especulación? La decisión del BCCR de usar reservas, subir su tasa de política monetaria a 4,5%, instaurar la subasta de divisas y revivir Central Directo para vender títulos a la medida con tasas de interés atractivas para reorientar el ahorro financiero de dólares a colones concitará críticas, pero se justifica en la coyuntura especulativa actual. Además, dio resultados. Todo parece indicar que ya el mercado se está tranquilizando.