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Experimento

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Compartí el lamento general desatado por la retirada de Estados Unidos del Acuerdo de París dentro de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, pero en mi fuero interno seguí creyendo que ese acuerdo llegó tarde, es insuficiente y no es equitativo. Con anterioridad, cuando todos los Estados miembros de la ONU, con excepción de Nicaragua y Siria, acabaron firmándolo, pensé que por cortesía nadie debe presentarse en una fiesta de bodas anunciando la muerte del abuelo de la novia, aunque juzgué que la mejor caricatura sobre el acuerdo fue aquella en la que, a bordo del Titanic, los ingenieros navales calculaban, poco después del choque con el iceberg, el espesor adicional que debió haber tenido el casco metálico del transatlántico. Probablemente, estoy equivocado, y eventualmente no me molestaría reconocerlo, pero no cabe acusarme de pesimista ni de confundido: por cada una de mis tres objeciones al acuerdo, coincido al menos con una opinión de alguien mejor informado.








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