La fragmentación del próximo Congreso parece inevitable, pero la parálisis no debería serlo. Si los votantes insisten en elegir presidentes desprovistos de músculo legislativo, los partidos políticos están obligados a forjar coaliciones basadas en coincidencias programáticas, no efímeros acuerdos sobre la repartición de puestos en el Directorio de la Asamblea Legislativa.
Hay quienes proponen alcanzar los compromisos por adelantado. El diputado Ottón Solís lo planteó y otros ciudadanos se dieron a la tarea de conseguir un acuerdo nacional. El documento está listo y contiene coincidencias importantes. De ahí a forjar una coalición capaz de resistir los vaivenes de la política nacional hay un largo trecho.
La voluntad de hallar coincidencias es invaluable, pero ponerlas en práctica exige otro nivel de compromiso. Solís llamó a la formación de un gobierno de unidad nacional. La idea tuvo poco eco. Las implicaciones de construir un gabinete multipartidista, como variopinta es la Asamblea Legislativa, también plantea obstáculos formidables.
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Frente a tanto disenso, surgen las voces inclinadas por el parlamentarismo. En ese sistema, los gobiernos casi siempre tienen mayoría porque la construcción de coaliciones es prácticamente obligatoria. Hay, sin embargo, gobiernos de minoría y parlamentos incapaces de formar gobierno.
Es difícil imaginar el parlamentarismo en Costa Rica. Para comenzar, es un sistema muy alejado de nuestra tradición. Por su lado, el acuerdo nacional ofrece una esperanza, pero la idea del gobierno de unidad no parece practicable, al menos a corto plazo, y los problemas del país son cada vez más urgentes. Nos toca trabajar con lo que hay y ojalá el próximo gobierno construya el consenso suficiente a partir de la buena voluntad.
Sin embargo, la forja de acuerdos también guarda relación con la calidad de la dirigencia. Más que hablar de parlamentarismo, el país debe examinar su insatisfactorio sistema de elección de diputados. Poder Ciudadano ¡Ya!, una organización sin afiliación partidaria, se dio a la tarea de estudiar diversos sistemas aplicados en el mundo para incrementar la representatividad y rendición de cuentas sin echar por la borda la proporcionalidad.
Bancadas legislativas integradas por ciudadanos elegidos, en su mayoría, con base en méritos individuales y no a partir de su integración a una lista podrían darle al Congreso la claridad de miras necesaria para convivir en la época del multipartidismo.
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Armando González es director de La Nación.