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¿Cómo harán muchos para saber lo que pasaba en la mente del candidato liberacionista cuando renunció a la campaña electoral? Discuten si fue un acto valiente, una estratagema política; si le faltó carácter o fue chantajeado. Confieso no tener la menor idea y, agrego, no me importa. Dilucidar los motivos será cosa entre Araya y su psicoanalista. Es que los motivos de las acciones ajenas son opacos, los cubre el velo de la ignorancia. Además, su análisis es poco relevante: incluso de buenas intenciones está repleto el infierno. Lo que realmente importa son las consecuencias, los efectos de una decisión. Así vista, la decisión de Araya creó riesgos innecesarios en un momento político muy inconveniente para el país.








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