Me dice una querida persona: “¿Por qué siempre escribís sobre asuntos que andan mal?”. Me dejó pensando. La pregunta se relaciona con el sentido básico de una columna de opinión que, en general, tiene un sesgo crítico sobre la realidad.
Claro que podría decirle: el que quiera noticias positivas, que vaya al sitio web del gobierno de turno, donde, por definición, las cosas siempre marchan bien. Sin embargo, creo, esa es una respuesta incorrecta y, agrego, un tanto destemplada.
Una columna, o por lo menos esta columna, procura ensanchar el abigarrado mundo de la opinión pública, mirando temas de interés público desde ángulos poco tratados, desenterrando asuntos olvidados y tratando de conectar a los lectores con problemas que afectan, o tienen el potencial de hacerlo, la evolución de nuestras sociedades. También, es una opinión que busca encontrar maneras de ilustrar que los problemas nacionales pueden discutirse con otros modos que no sean la descalificación y los argumentos fáciles. Que Varguitas lo logre, es otra cosa.
En todo caso, no es mandar a freír churros a quien critica a un columnista criticón. Entre otras cosas, porque la reflexión anterior no responde la pregunta inicial: “Sí, todo muy bien, pero ¿por qué andar siempre viendo el vaso medio vacío?”.
Hablo por mí: quizá uno exige porque sabe que, como país, podemos hacer las cosas mucho mejor de lo que lo estamos haciendo; porque uno ve, en general, a muchos en la política, los gremios y el mundo empresarial en una zona de confort cuando se nos ha ido acumulando una bola de problemas muy graves en materia fiscal y pensiones, por citar dos de ellos, que no son de fácil solución y requerirán una distribución de sacrificios luego de un pleito a todo trapo.
Todas estas cavilaciones son para decir que está bien, concedo el punto: hay que fijarse más en las cosas que se están haciendo bien, especialmente en los tiempos difíciles que atravesamos, pues si tenemos algún futuro mejor es porque en el presente hay fortalezas.
Después de todo, este es un país que, además de los nublados de la insostenibilidad, la falta de eficacia de nuestro Estado de bienestar y de los rezagos en productividad, está haciendo cosas muy interesantes en el ámbito de la gestión ambiental, las exportaciones, la investigación y las innovaciones tecnológicas. Hay que poner más atención a esto: quizá nos quite el mal aliento.
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El autor es politólogo.