El más reciente análisis de la economía mundial, elaborado por el Fondo Monetario Internacional (FMI), tiene mucha miga. Incluye nuevas proyecciones del acontecer real en los próximos 18 meses y, además, recomendaciones muy valiosas para corregir el rumbo. Algunas encajan bien en países como Costa Rica.
El PIB real mundial crecerá menos en el 2014 (3,4%) con relación a lo originalmente previsto (4,7%), debido a la caída del primer trimestre en EE. UU. (invierno azul). Pero se recuperará a 4% real en el 2015. El repunte vendrá por acción de los países desarrollados (2,4%), principalmente Estados Unidos (3%), que revigorizará el quehacer de los países emergentes y en desarrollo (5,2%). Se reafirma así la vieja relación establecida entre ellos y nosotros: para que nos vaya bien, que les vaya bien.
Para que los países ricos sigan siendo ricos y puedan ayudarnos a incrementar las exportaciones, deben implementar serias medidas: mantener por un tiempo prudencial sus políticas monetarias acomodaticias para no contraer la demanda ni el bajo consumo, y asegurar que la política fiscal deficitaria retorne gradualmente a su nidal. También deben implantar marcos financieros prudenciales y macroprudenciales más rigurosos para evitar nuevas burbujas, un riesgo real por el exceso de liquidez mundial.
Latinoamérica no está entre las ánimas portadoras de medallitas milagrosas (2,6%). El milagrito lo hacen China, India y otros en Asia (6,7%). Costa Rica, caracterizada por pecar y rezar a la vez, rondará entre los dos grupos (4%), suficiente para no deteriorarse, pero sin poder reducir el desempleo. Siempre hemos sido –y seremos– un milagro económico a medias, suficientemente prudentes para no caer en una crisis inmanejable, pero demasiado timoratos (políticamente) para hacer reformas estructurales de fondo, como los países asiáticos. Ellos reasignaron los factores de producción, aumentaron la eficiencia y productividad, redujeron el desempleo y combatieron la pobreza.
Los riesgos para los demás países en desarrollo, y la forma de prevenirlos, varía. Pero algunos son comunes. El principal proviene del cambio en la política monetaria en los países desarrollados, cada vez menos expansiva y, eventualmente, con mayores tasas de interés de largo plazo. Habrá menores entradas de capital y nuevas rondas de volatilidad cambiaria. Para moderar sus vaivenes, deben reducir su vulnerabilidad externa (menor déficit en cuenta corriente de la balanza de pagos), flotar sus monedas, ajustar sus finanzas públicas y controlar la inflación.
Veámonos en el espejo de México, que está haciendo esas reformas y otras estructurales para aumentar la inversión y el crecimiento. ¿Lo haremos nosotros?