Me pide don Carlos Paniagua, cabeza de Unimer, incluir en mi columna algo sobre el trabajo profesional de su empresa en estas elecciones. Lo hago con gusto. Aprovecho para comentar otros asuntos de esta contienda que aún no termina (y se está poniendo buena).
Dice que Unimer fue la primera en alertar que Johnny Araya no tenía la fuerza para ganar en primera ronda (diciembre). Es cierto. Yo mismo lo comenté en una columna amanecida ese mismo mes. Y fue por su influencia y la de otro gran analista político, con quien discutí a profundidad el tema, que me aventuré a apostar a la segunda ronda. Unimer también alertó sobre el ascenso del FA y previno del alto índice de indecisos, llamados a sorprender. Y así fue.
El politólogo que aclaró mis ideas fue Víctor Ramírez, febril estudioso de las mutaciones electorales. Nos reunimos muchas veces en un grupo pluripartidista, coordinado por Rolando Araya, con el fin de buscar consensos para un gobierno nacional, cualquiera que sea. Víctor señaló muy temprano el deseo de cambio que se venía gestando, motivado –entre otros factores– por el peso de la corrupción. Tenía razón. Le rindo mi sombrero. (Por cierto, en una de esas reuniones matizadas con vinito generoso olvidó su sombrero en mi cabaña. Lo usé para ver si trashumaban sus ideas. Si insiste en recuperarlo, se lo enviaré por fax).
La saga continúa. Según Villalta, el PAC pretende empaquetar los votos del FA “sin hablar con él”. Sugiere que están jugando de vivos y que, si desean contar con sus votos en segunda ronda y –más importante aún– en la Asamblea, deben pagar. Si no, le podrían zafar la tabla. El PUSC y el ML también deben despabilarse. La estrategia del PAC es alzarse con votos ajenos apelando al desgaste oficial. Así, podría, quizás, llegar a la presidencia, pero no gobernar. Los partidos no controlan a sus votantes; sí, a sus diputados.
Viendo el conteo (preliminar) de curules, PLN va por 18; PAC, 13; FA, 9; PUSC, 8; ML, 3, y 6 desperdigados en otras fracciones. Eso abre una posibilidad (teórica) muy interesante: una alianza de centro derecha entre el PLN, el PUSC y el ML sumaría 29 escaños, equivalente a la mayoría absoluta (aumentada, quizás, con fracciones menores) y les permitiría, como oposición, controlar el Directorio legislativo (con presidencia rotativa) para gobernar desde el Congreso. También podrían anular una alianza de centro izquierda entre el PAC y el FA, pues, juntos (incluyendo los menores), apenas llegarían a 28. El PUSC y el ML emergen como los grandes electores, aun después de la segunda ronda. La elección del Directorio legislativo el 1 de mayo será electrizante.