El Senado de Estados Unidos aprobó una comprensiva reforma tributaria afín a la de la Cámara de Representantes. ¿Cuáles son sus objetivos, cambios principales y cómo afectará a países como Costa Rica? El texto tiene 500 folios. He aquí algunas pinceladas.
El objetivo central es mejorar la rentabilidad del capital (después de impuestos) y el ingreso disponible de los contribuyentes para estimular gasto, inversión, crecimiento y empleo; también, simplificar la maraña tributaria que hizo millonarios a abogados y contadores, diestros en elusión. Pero la equidad y equilibrio presupuestario quedaron como fines apenas subsidiarios y causarán grandes discusiones, incluido el recorte de gastos en una segunda fase.
Los objetivos se lograrán al reducir la tarifa de las empresas del 35 % al 20 %, junto con otras medidas. Subirá el ingreso corporativo disponible, habrá más recursos para inversión o reinversión (permite depreciación inmediata de gastos de capital y repatriar utilidades a tasas menores); libera recursos para distribuir dividendos; y da asidero a la gran expansión del valor accionario registrado en las bolsas. Los accionistas, a su vez, ahorrarán y gastarán más (estímulo a la demanda agregada) y nutrirán las fuentes de inversión de los intermediarios financieros.
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Se redujeron también las tarifas a las personas físicas (cuyo gasto representa el 70 % del PIB) y subió el mínimo exento de impuestos para suavizar la progresividad. Las familias tendrán más poder de compra (como subir salarios reales), consumirán más, habrá mayores ventas, disminuirán los inventarios y estimulará inversión adicional para reponerlos. Si se suman mayores deducciones por hijos y otros conceptos (duplica la deducción estándar), se estimulará el crecimiento allá y en el resto del mundo. ¿Nos beneficiará? Sí. Más expansión mundial significa mayor exportación de bienes y servicios, crecimiento y empleo. Nuestros socios comerciales también ganarán y nos comprarán más. Pero, para aprovechar esas oportunidades, tendremos que ser más competitivos.
Aquí es donde juega la reforma tributaria que espera en la Asamblea. No toca la tarifa de las empresas (30 %) y quedamos 10 puntos porcentuales arriba de EE. UU. Eso nos resta competitividad, pues los impuestos se trasladan a los precios finales, como bien demostró mi querido profesor de finanzas públicas en Harvard, Richard Musgrave, años ha.
En EE. UU. escogieron entre crecimiento o equidad. Nuestros diputados enfrentarán la misma disyuntiva.
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El autor es economista y abogado.