Al cerrar estas líneas no conocía los detalles del plan gubernamental para incrementar el crecimiento y el empleo. Lo que percibí en el mensaje presidencial del domingo sobre bajar las tasas de interés y respaldar las políticas del Banco Central me gustó mucho. Para complementar, ofrezco algunas notas extraídas de un comprensivo estudio elaborado por técnicos del FMI: Empleos y crecimiento (14 de marzo, 2014).
Parte de una realidad muy dura. Hay megatendencias que afectan el crecimiento, el empleo y la distribución: el desarrollo tecnológico desbanca mano de obra y retribuye mejor a quienes lo dominan; la apertura comercial, si bien ha catapultado el ingreso global, induce a la sustitución de producción y mano de obra en ciertos países; y la desaceleración de la economía mundial impone límites a quienes necesitan exportar para crecer, como nosotros. Moraleja: ningún plan debe caer en el pecado de ignorar la realidad.
El estudio da consejos. El sector privado es el llamado a generar (casi) todo el crecimiento y el empleo. En un país con elevado déficit fiscal y creciente deuda pública, como el nuestro, el Estado toca límites, pero eso no significa que deba permanecer indiferente. Tiene la importante y difícil función de sentar las bases para que la producción privada se desenvuelva dinámicamente y haga crecer la producción y el empleo. Para lograrlo, hay dos condiciones generales (necesarias, pero no suficientes) y otras específicas.
Entre las primeras, rige la estabilidad, entendida como baja inflación, bajas tasas de interés y equilibrio cambiario (descalifica toda devaluación competitiva o arbitraria) para generar confianza e inducir a la inversión, y, de paso, proteger el ingreso real del trabajador. La segunda es reconocer que las políticas de empleo y redistribución pueden tropezar con la eficiencia económica. Hay disyuntivas ( trade offs ) entre algunas de ellas. A veces, por priorizar la distribución o protección laboral se termina por afectar a los más pobres.
Entre las específicas recomienda una tasa impositiva razonable y sin distorsiones, reformas estructurales para canalizar la inversión hacia sectores con mayor rentabilidad, profundizar la apertura comercial (pienso en la Cuenca del Pacífico), abatir monopolios y cuasi monopolios públicos, superar el proteccionismo, liberar cuellos de botella y flexibilizar el sector laboral para permitir la contratación de jóvenes y mujeres.
Pareciera que nos leyó la mente al recomendar guarderías infantiles para incorporar más a la mujer al mercado laboral.
(*) Jorge Guardia es abogado y economista. Fue presidente del Banco Central y consejero en el Fondo Monetario Internacional. Es, además, profesor de Economía y Derecho Económico en la Universidad de Costa Rica.