Escribimos la semana pasada sobre las dificultades que se le presentan al Banco Central en el manejo de su política monetaria. Para complicar más las cosas, esta semana el colón sufrió una fuerte devaluación. Se ha devaluado un 4% en lo que va del año.
La oferta y demanda de divisas en el sector real de la economía no ha variado significativamente. Exportaciones de bienes y servicios –incluyendo turismo– crecen bien, e importaciones crecen normal. En el movimiento de capitales financieros sí hay cambios importantes. Al Gobierno ya no le ingresan los $1.000 millones anuales de años anteriores, y el sector privado está demandando más dólares, sobre todo por cambiar sus ahorros de colones a dólares.
Ahí es donde se complica el manejo de la política monetaria. La devaluación del colón se convierte, eventualmente, en presión sobre precios locales. Eso es más inflación, principal preocupación del Banco Central. Además, cuando los inversionistas ven que su dinero en colones vale cada vez menos, demandan más dólares, y con ello alimentan nuevas presiones de devaluación. Si la gente cree que habrá devaluación, eso sucederá.
Por eso el Banco Central se ve forzado a tratar de detener la dolarización de ahorros generada por las expectativas de devaluación. Esta semana, y por tercera vez en el último mes, el Central volvió a subir su tasa de política monetaria. También, y luego de varias semanas de poca intervención, esta semana vendió cerca de $60 millones en el mercado cambiario.
El zapato en que se ha metido el Central no es nada cómodo. No puede intervenir mucho en el mercado cambiario, porque eso evitaría la corrección técnica que los fundamentales exigen. Además, si con ello se estabiliza mucho el tipo de cambio, se reduce la percepción de riesgo por endeudarse en dólares, que es algo que el mismo Banco ha venido advirtiendo arduamente.
Por otro lado, el Banco Central tampoco puede dejar de intervenir del todo. Cuando sobraban dólares, intervenía comprando todo el sobrante, y con ello evitaba la apreciación del colón. Ahora que faltan dólares, la gente espera que cubra el faltante vendiendo. Además, si se da una devaluación muy fuerte, la gente le pierde confianza al colón, dolariza sus ahorros y hace que el Banco pierda control sobre su política monetaria.
Son muchas variables que se quieren controlar. ¡Qué difícil!