Siguiendo la frase de aquel rey francés, el diputado Antonio Alvarez Desanti puede decir que la presidencia legislativa bien vale una comisión.
Pero lo que seguramente no dirá es que la confianza de los ciudadanos en el poder legislativo vale mucho más que una presidencia, y que su maniobra para obtener un voto mágico el primero de mayo es un golpe directo a esa confianza.
Don Antonio, aspirante a la dirección de la Asamblea, llegó el miércoles a un acuerdo para adquirir el voto de Víctor Hugo Núñez --diputado del Agrario Nacional-- a cambio de una nueva comisión legislativa, la de asuntos campesinos, que Núñez presidirá.
El arreglo --?o componenda?-- será racionalizado con argumentos infinitos, pero ninguno podrá ocultar lo obvio: se trata de poner la estructura y funcionamiento del poder legislativo en función de ambiciones políticas individuales, no de objetivos institucionales o nacionales.
Ya la Asamblea tiene una comisión de asuntos agropecuarios; los problemas de los campesinos --como los de los estudiantes, trabajadores, mujeres, negros, chinos, empresarios, sacerdotes, abogados, josefinos o guanacastecos-- no son monopolio de ninguna comisión del Congreso; la estructura legislativa tiene ya demasiadas complicaciones, y el diputado Núñez no dirige un partido sectorial (campesino), sino regional (de algunas zonas de Limón).
Si don Antonio pretende pasar algún día de Cuesta de Moras a Zapote, debería revisar de inmediato este estilo de hacer política. Porque de la mano de componendas se pueden obtener adhesiones de dirigentes o grupos de interés, pero difícilmente el apoyo de los ciudadanos.