Soy una más de los tantos costarricenses cansados del bombardeo de malas noticias y violencia. Trato de enfocarme en los problemas desde una óptica positiva, de soluciones constructivas y esperanza. Trato, igualmente, de detenerme, pensar y agradecer las grandes bendiciones con que contamos en nuestro país.
Quizás por la cercanía de mi cumpleaños o la celebración de la Anexión de Guanacaste, el próximo 25 de julio, recordé cómo Nicoya es una de las cinco zonas azules que existen en el mundo, una razón para celebrar porque contamos con un país único.
Identificadas por científicos y geógrafos, acuñadas por Dan Buettner en su libro El secreto de las zonas azules, existen en el mundo cinco lugares definidos como tales zonas privilegiadas, y Nicoya es uno de ellos. Las restantes cuatro son Cerdeña, Italia; Okinawa, Japón; Loma Linda, California; y la isla griega Icaria. Si bien distantes entre sí, cuentan con la característica en común de contar con personas longevas, para quienes cumplir 100 años no es una excepción.
Longevos, saludables y felices son los habitantes de estos cincos paraísos o modernos Shangri-las, donde las dolencias asociadas a la vejez son de las más bajas del planeta. Su secreto es paradójicamente muy simple y accesible a todos: caminar, comer bien y amar. Caminar tanto cuanto sea posible, desarrollar buenos hábitos alimentarios y tener el amor de la familia y amigos. Importante, también, es contar con propósito, lo que me recordó las lecciones del autor y sobreviviente del holocausto Viktor Frankl sobre la importancia de siempre tener sentido en la vida.
Con esta nueva filosofía, el grabado Viejos esperando la muerte, de Amighetti, se convertiría en una realidad pasada, creándose un nuevo paradigma en el que los adultos de 70, 80 y 90 años tengan vidas plenas, activas y con nuevos proyectos, y, además, con el nuevo paradigma de “morir joven siendo lo más viejo posible”.
Esta que pareciera una sencilla receta para un país que a la vuelta de 15 años contará con más de un millón de personas con edades superiores a los 60 años, nos debe invitar a reflexionar que sí es posible cambiar y adoptar la filosofía de vida de los nicoyanos, convirtiendo nuestros hogares, ciudades, y ¿por qué no?, a nuestro país en una Costa Rica azul.