Edén Pastora pasó de Comandante Cero a cero comandante y ahora, a juzgar por su dicho, se hará jardinero. Restituirá los “gamalotes, las yucas acuáticas y los lirios” removidos del territorio fronterizo costarricense. No admite haber causado un solo daño más, pese a la prueba fotográfica presentada por Costa Rica a la Corte Internacional de La Haya.
El desmentido gráfico, evidencia irrefutable de la apertura de dos grandes caños en la zona fronteriza, no arredra a Pastora. Su mendacidad tampoco cede ante la confesión del agente nicaragüense en La Haya, que lo dejó como un cero a la izquierda cuando admitió que el Gobierno de Nicaragua, a bordo de las dragas de Pastora, “se metió donde no debía meterse”.
El viernes, los magistrados de La Haya rechazaron la petición de medidas cautelares interpuesta por Nicaragua contra la construcción de la trocha fronteriza. Sumada a las consecuencias judiciales de la incursión de Pastora, el marcador favorece a Costa Rica dos a cero.
Como ciudadano costarricense, la calificación de Pastora tampoco puede ser superior a la cifra que lo identifica. El número describe con precisión su aporte al buen entendimiento de dos pueblos hermanos, entre cuyos territorios la distancia es cero. Paradójicamente, el distanciamiento entre los dos Gobiernos también es Cero, con mayúscula, sin menospreciar la desafortunada intervención de personajes más relevantes, que sí suman, o restan, según se vea.
Entre ellos destaca Daniel Ortega, a quien Pastora pretendió disputar la presidencia en el 2006, al frente del partido Alternativa por el Cambio, con resultados electorales muy próximos a cero. En cero habían quedado, también, sus aspiraciones a la primera magistratura en 1996, cuando intentó encabezar la papeleta del Movimiento de Acción Democrática. En esa ocasión, el Concejo Supremo Electoral lo declaró inelegible en virtud de su doble nacionalidad.
Con el tiempo, Pastora se reconcilió con el Frente Sandinista de Liberación Nacional y el presidente Daniel Ortega, cuyos servicios de inteligencia intentaron remitirlo al cero eterno en La Penca. Lo nombraron delegado de desarrollo de la cuenca del San Juan, un cargo cuyo influjo sobre la política nicaragüense es cero. Tampoco pesa en la tensa relación bilateral con Costa Rica, porque nada hace Pastora sin órdenes de Managua.
En el marco de tanta vacuidad, el cero más contundente del otrora comandante es el de su agradecimiento para Costa Rica, apoyo vital durante la lucha contra Somoza y generosa otorgante de su nacionalidad al ciudadano Cero, una vez comandante y ahora jardinero.