Fitch y Moody’s confirman lo que ya se sabe: la situación fiscal del país es delicada. Mientras Costa Rica mantenga un faltante tan alto en sus finanzas, tendrá que seguir endeudándose. El principal problema es que pasa el tiempo y nada cambia, a excepción de que los inversionistas se ponen más nerviosos cada día.
Las cifras fiscales recién presentadas esta semana por el Ministro de Hacienda revelan que no hay cambios significativos. Es cierto que los ingresos tuvieron un mayor crecimiento que en años anteriores, incluso, crecieron más que los gastos, por primera vez en mucho tiempo. Hay que reconocer que el gobierno está haciendo un mayor esfuerzo por utilizar las herramientas que tiene a mano para combatir la evasión fiscal.
Quitando intereses (obligación adquirida en el pasado) e inversiones (que son indispensables), los gastos crecieron un 8,5% en el 2015. Con una inflación negativa para el año y una economía poco dinámica, el peso de esos gastos sobre la economía aumenta.
Don Helio dice que han hecho un gran esfuerzo para contener el gasto. Dice que el ahorro fue de ¢18.704 millones. Eso representa el 0,067% del PIB. Por otro lado, los gastos totales crecieron en ¢596.807 millones, equivalente al 0,8% del PIB. Es decir, pese al gran esfuerzo del gobierno por cobrar más impuestos y de “ahorrar”, el déficit proyectado en un 5,9% del PIB hace un año, terminó siendo un 5,9%. No cambió.
A ese paso, no hay reforma tributaria que alcance. Poco se logrará quitándoles del bolsillo a los costarricenses ¢700.000 millones –como pretende el gobierno mediante sus reformas tributarias– para seguir gastando de la misma manera de siempre. El gobierno haría bien en ponerle más atención a la propuesta de don Ottón Solís, denominada C.E.R.R.A.R.
Contablemente, hay diferentes énfasis que pueden dársele al problema fiscal. Se puede abogar por menos gasto, o por más impuestos. Unos quisieran tapar el hueco fiscal para evitar una gran crisis, otros desean tener más dinero para redistribuirlo.
En cualquier caso, lo cierto es que mientras la economía crezca poco será muy difícil resolver la situación fiscal. Mientras no se genere riqueza, será muy difícil redistribuirla. Mientras la producción y los ingresos de la gente no crezcan, la carga de impuestos se hará cada vez más pesada. Ahí es donde necesitamos un cambio de casete.
Porque, como diría Cantinflas, “siempre que pasa lo mismo, sucede igual”.
Luis Mesalles obtuvo su doctorado y maestría de Economía en The Ohio State University y su bachillerato en Economía en la Universidad de Costa Rica. Actualmente, es socio consultor de Ecoanálisis y gerente de La Yema Dorada. Participa en varias juntas directivas. Anteriormente, fue vicepresidente de la Junta Directiva del Banco Central de Costa Rica, presidente de Academia de Centroamérica, profesor en la Universidad de Costa Rica y en la Universidad Stvdium Generale.