¿Cómo negarse a escribir sobre la celebración de los 25 años de egresadas de secundaria (graduación de 1970 del Colegio de Sión), cuando una asiste y participa y, además, se es periodista?
Tantas anécdotas revividas se suman a otras nuevas que recordar en los siguientes encuentros, porque una festividad de éstas tiene la característica de ser relevante hasta en sus más mínimos detalles, de comienzo a fin.
Y nosotras, las 16 excompañeras --entonces el colegio era exclusivo para mujeres-- que asistimos a Tambor, el pasado fin de semana, cumplimos con creces con nuestro deber de divertirnos como gentes importantes. Unas buenas caminatas por la playa, un refrescante chapuzón en la piscina, alguna que otra tertulia en las habitaciones, risotadas durante los espectáculos de variedades, músculos tensos y ojos abiertos en la disco, al descubrir los nuevos ritmos de la música tecno, son buenos ejemplos de la forma como disfrutamos.
Pero más allá de compartir las actividades recreativas, de practicar entre todas un poco de salsa, de piropiarnos mutuamente el trusseau y de reírnos a carcajadas con la premiación final a los talentos, destacó el placer del reencuentro con mujeres maduras, experimentadas madres y profesionales honestas.
La calidez de la amistad sincera, nacida hace 30, 27 ó 25 años, durante la tormentosa época de la adolescencia, de verdad que nos permitió compartir una inolvidable temporada. Por ello --y con el permiso de los lectores--, no puedo dejar de mencionar, para la posteridad, al menos sus diminutivos. A Lizzy, Ana Vic, Yali, Adela, Lidia, Magda, Anabelle, Rosema, Patricia V. Margó, Cha Cha, Ale, Patricia J., Marcela P. y Alice, gracias por sus compañías.