Son investigados y acusados judicialmente por el peor desastre financiero en la historia nacional pero se presentan como "santas palomas". Quieren quedar de víctimas. Y en este país, donde el pobrecitico ha sido escudo hasta para políticos cuestionados, no sorprende cómo algunos de los imputados del escándalo del Anglo, en especial los peces gordos, insisten en que se les tenga conmiseración.
Por el contrario, la arrogancia que exudan algunos de ellos impacta a la opinión pública.
Tal es el caso del comisionista José Luis López, quien se presentó ante la comisión legislativa el jueves 21 de setiembre y enmudeció.
Aferrado a un derecho constitucional, pese a que lamenta que se le haya estigmatizado por ser extranjero, burló el intento de la comisión legislativa investigadora por conocer, de primera mano, información importante en materia de contribuciones políticas.
Amigo y exdirector financiero de las compañías del hoy Presidente de la República, López, con la frescura que lo caracteriza, ni siquiera se inmutó ante los diputados.
Donante por medio de una de sus empresas de al menos ¿1,5 millones a la pasada campaña de Figueres Olsen y contribuyente, al parecer, también a la actividad electoral del PUSC, el comisionista trabó sus dientes a cualquier esfuerzo legislativo por aclarar las circunstancias de tanta generosidad.
El bozal con que llegó a la Asamblea sólo le permitió expresar: "Soy el menos implicado en esto."
¡Vaya cinismo! ¿Por qué calla?