Trump y Clinton son impares por razones contrapuestas. El primero, por su éxito en impulsar, con total falta de escrúpulos y absoluto desdén por la decencia, la peor mezcla posible de irracionalidad, manipulación, falsedades, populismo, nativismo, aislacionismo, crispación y odio que se haya visto en una campaña. La segunda, por la forma metódica en que construyó, con admirable solidez intelectual, competencia, racionalidad, disciplina y sentido estratégico, un proyecto político que, no ajeno a las contradicciones, representa lo mejor posible para la coyuntura estadounidense y global.
Nunca las diferencias entre dos candidatos y sus partidos habían sido tan marcadas y profundas, como reflejo de dos grandes fenómenos: las fracturas originadas por cambios socioeconómicos estructurales y su manipulación por un partido (el Republicano) y su candidato para capturar la presidencia.
Al revisar las tendencias demográficas, parece imposible que Trump pueda ganar. Salvo los votantes blancos con poca escolaridad, los fanáticos del Tea Party y algunos sectores de la ultraderecha religiosa, su arraigo es débil. Clinton, en cambio, atrae a personas educadas, mujeres, negros, latinos, asiáticos, judíos, otras minorías y parte de los sectores que se inclinan por su adversario. Pero existen dos dudas clave: si su fría racionalidad podrá imponerse a las viscerales emociones que genera Trump y si los grupos que la apoyan votarán masivamente.
El gran imperativo de Clinton tiene doble cara: inspiración y movilización. Si logra combinarlas con eficacia, la veremos el próximo enero, con alivio, en la Casa Blanca. Pero esta suma no puede darse por descontada: la candidata genera distanciamiento y desconfianza, y aún no está claro si su maquinaria electoral estará a la altura del reto. Trump podría colapsar pronto, pero también hay posibilidades de que la simplista crispación de su mensaje se convierta en epidémica. No lo creo. Tampoco lo descarto.
(*) Eduardo Ulibarri es periodista, profesor universitario y diplomático. Consultor en análisis sociopolítico y estrategias de comunicación. Exembajador de Costa Rica ante las Naciones Unidas (2010-2014).