¿Qué sucederá con el tipo de cambio en el 2017? Los invito a transitar conmigo el sinuoso sendero trazado por el Banco Central en su Programa Macroeconómico; verán que la discusión sigue vivita y fluctuando.
El Central se alzó en armas contra los bancos comerciales porque seis de ellos se dedicaron a comprar dólares por encima de sus necesidades transaccionales y presionaron el tipo de cambio. ¿Especulación? Aunque no los acusó al tenor del art. 92, inciso b) de su Ley Orgánica (retención o acumulación injustificada de divisas), sí lanzó una admonición: no deben variar sin su venia la posición patrimonial en dólares con operaciones ajenas a su rol estatutario de mera intermediación.
Aduce que perdió reservas al tener que compensar la demanda bancaria y que fue criticado acremente por quienes deseaban más devaluación. Pero no puso la otra mejilla. Se sacudió. El incremento sin razón de la posición neta de divisas ($206 millones) –dijo– es un porcentaje elevado del drenaje total en el 2016. Dijo que esa demanda irregular no era parte de la tendencia del mercado y, por tanto, el tipo de cambio solo se debía ajustar por factores asociados al crecimiento del PIB y el petróleo. Entonces, les impuso nuevas restricciones para evitar reincidencias (al menos, mientras descubren otras formas de evadirlas).
Aparte de esa (perenne) rencilla entre bancos y el Central, el programa “macro” sugiere que el enigma cambiario se resolverá a favor del colón. La balanza de pagos volvió a ser superavitaria. La exportación de servicios financia holgadamente la importación de bienes, y aunque otras cargas primarias (repatriación de utilidades sobre inversiones externas) y secundarias (remesas e impuestos) influyen en los resultados (la cuenta corriente será deficitaria en -$2.551 millones), las entradas públicas y privadas de capital financiarán el faltante y todavía sobrarán $47 millones para aumentar reservas.
Eso huele a estabilidad. Si las entradas de capital se materializan, no pareciera haber ninguna razón para alborotarse. Empero, hay riesgos. El propio BCCR lo señala: “Un ajuste al alza de tasas internacionales de interés más agresivo incentivaría la reversión en los flujos de capitales, la dificultad para atraer inversión extranjera limitaría el financiamiento y presionaría el tipo de cambio con consecuencias sobre los precios locales”. Esos avatares, a mi juicio, son reales pero manejables. Habrá ajustes modestos, mas no se disparará. Es mi visión. Espero haberlos tranquilizado (o confundido) lo suficiente para iniciar el año.