Lo privado y lo público no tienen por qué estar contrapuestos. Más bien deben ser complementos uno del otro.
En lo privado, la gente lo que quiere es vivir mejor. Eso implica tener la capacidad de generar un ingreso, ya sea a través del trabajo o del aprovechamiento de los recursos disponibles. Pero también implica tener un ambiente seguro y estable, que permita una sana convivencia entre las personas, y de estas con el ambiente que las rodea.
Ahí es donde aparece el concepto de Estado, como acuerdo entre privados para facilitar el establecimiento y administración de las reglas que permitan crear dicho ambiente. Pero las personas también pueden acordar darle al Estado una participación más activa en la sociedad. Se le puede conferir, por ejemplo, la administración de algunos recursos para aprovechar mejor ciertas sinergias (carreteras), o para compensar alguna externalidad negativa (pobreza), o incluso ser competencia de lo privado (telefonía).
Existen grandes indicios para pensar que en Costa Rica hay un problema con ese acuerdo, de cómo repartir las funciones entre lo público y lo privado en Costa Rica. Mucha gente, en su ámbito privado, piensa que quienes administran lo público no lo hacen bien. Ya sea por corrupción, gestión ineficiente, abusos o privilegios, la percepción de muchos es que existe una muy baja relación entre los recursos asignados a lo público y los resultados que se reciben a cambio.
Por otro lado, la gente que está en el ámbito público (políticos y funcionarios públicos), tiende a pensar que la gente solo se preocupa por sus propios intereses, y que piden mucho a cambio de lo poco que aportan. De ahí se genera un desbalance, porque cada una de las partes cree que la otra debe dar más de sí.
Para recuperar el balance se deben buscar maneras alternativas de trabajar los objetivos comunes entre lo privado y lo público. Un mecanismo útil para ello podrían ser las alianzas público-privadas (APP). Con el diseño adecuado, con objetivos estratégicos claros, e intereses bien alineados, se puede lograr una buena rendición de cuentas y un uso eficiente de recursos.
Al trabajar en conjunto lo privado y lo público, de manera complementaria, los resultados tienden a ser mejores que si cada uno va por su lado. Eso ayuda a recuperar la confianza entre las partes y, por ende, al logro del objetivo máximo: mejorar la calidad de vida de las personas.