El problema fiscal existe hace rato. Con este, ya son nueve años en que los gastos del Gobierno exceden sus ingresos por más del 3% del PIB. Don Luis Guillermo nos anuncia esta semana que, por un problema de liquidez, no consigue dinero para pagar sus obligaciones. Tanto va el cántaro al agua hasta que un día se revienta.
Primero, hay que entender que el año pasado empezó una tendencia al alza en las tasas de interés y los precios del petróleo internacionales. La reacción tardía del Banco Central para ajustar sus tasas de interés causó que el tipo de cambio se convirtiera en la válvula de escape. Luego, la venta de reservas internacionales del mismo Banco, para amortiguar la devaluación, llevó a una escasez de colones en el mercado.
Por otro lado, Hacienda quiso presionar las tasas de interés al alza, para no encarecer aún más el servicio de su deuda. Pero el mismo gobierno sabe que, si no las sube, no conseguirá el dinero para pagar sus obligaciones. El problema de fondo sigue siendo que el gobierno gasta más de lo que le ingresa.
En ese sentido, el anuncio de don Luis Guillermo contribuye poco a cerrar esa brecha. Algunas de las medidas anunciadas harán que unos pocos rubros de gasto no crezcan, pero no recorta ninguno. El gobierno se queja de las obligaciones constitucionales y legales de gasto, que no le dejan flexibilidad para hacer ajustes en tiempos de crisis –como ahora–, pero no hace nada para cambiar esa situación. Insiste en pedirles a los diputados que le aprueben nuevos impuestos, pero no propone ningún cambio estructural para detener el crecimiento automático del gasto.
El anuncio tampoco ayuda a resolver el problema de liquidez a corto plazo. Cuando el presidente dice que no le alcanza la plata para pagar las obligaciones, el mensaje que reciben los inversionistas es que existe la posibilidad de que no les paguen de vuelta el dinero que le han prestado al Gobierno. Eso hará que al gobierno le cueste más conseguir dinero, y si lo consigue, será más caro.
El anuncio del presidente estuvo mal dirigido. Para resolver el problema de las finanzas públicas, a corto y mediano plazo, se debe actuar en las soluciones estructurales. Eso significa modernizar el sistema tributario para mejorar la recaudación, eliminar el crecimiento inercial del gasto y mejorar su calidad, y la promoción de un mayor crecimiento de la producción.