¿Qué pasó con el sueño de Miami? ¿Qué hay hoy, un año después, del compromiso suscrito por 34 gobernantes para que en el 2005 estén concluidas las negociaciones que activen el Area de Libre Comercio de América (ALCA)?
El calendario se va respetando: como estaba previsto, a mediados de año se reunieron los ministros de comercio del hemisferio para revisar detalles de lo hecho y lo por venir. Nada indica, por ahora, que incumplan las fechas siguientes.
Pero al margen de esto han surgido peligrosos obstáculos:
México, la superestrella de hace un año, se desplomó semanas después, con una crisis político-financiera sin precedentes.
La incorporación de Chile al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC), que parecía entonces un hecho, está virtualmente paralizada.
En Washington, las corrientes proteccionistas se afincan en el Congreso, dominado por los neorrepublicanos de Newt Gingrich, mientras los políticos tradicionales de ese partido --con Bob Dole a la cabeza-- han subordinado la libertad de comercio al pago de favores políticos.
Todo esto ha hecho que se debilite severamente el ímpetu de liberalización comercial centrado en el TLC. Mientras, al otro extremo, el Mercosur, con Brasil al frente, parece estar más preocupado por su propio desarrollo y los acuerdos con Europa que por su extensión hasta Alaska.
El 2005, ciertamente, aún está lejos. Pero si no hay un rápido cambio que reactive el proceso más allá de las reuniones, las promesas de la Cumbre corren un serio peligro de sucumbir. Las elecciones de noviembre en Estados Unidos pueden ser la clave.