Una diputada que no sabe decir qué posición tenía sobre el TLC con Estados Unidos hace seis años, cuando contaba con 19 años de edad. Que no sabe ni qué bueno ni qué malo hizo el diputado de su zona hace ocho años porque ella era “chiquitilla”. Que cree que los empleados públicos solo tienen un aumento salarial al año, cuando por ley son dos. Que recuerda poco de sus posiciones políticas de adolescencia porque “alguien de 14 años no analiza si sí o si no”. Una diputada que tendrá que “analizarlo” todo porque no sabe casi de nada. Tendremos, a partir de mayo, una que piensa así.
El porqué alguien tan novato llega al Congreso es un problema no solo para su provincia, sino para todos los costarricenses, porque ella será un voto que definirá cambios para bien o para mal en nuestra sociedad; su actuar dará más prestigio o más descrédito a la clase política y a la Asamblea Legislativa. Su desempeño será vital para que se les confíe legislar, en un futuro, a jovencitos como ella.
Bien por ella. Dios la bendiga en cada una de sus decisiones. Pero no es aconsejable que un partido lleve al pilar de nuestra democracia a personas que no muestran estar preparadas para asumir la responsabilidad de un diputado, que, en primera instancia, es tener criterio y así decidir de la mejor forma.
Este y otros casos llevan a concluir cuán necesaria se hace una reforma al sistema de elección de diputados para que podamos elegir nombres de una lista sin ser sometidos al orden de la papeleta que impone el partido (incluso, con nombres vetados, como ocurrió en esta elección con dos casos).
Es una propuesta que lleva años en el aire. Este sistema se llegó a denominar “voto preferente” a partir de una lista cerrada de candidatos. Allí, el elector tendría derecho a señalar en la nómina de su partido a quiénes pondría en primer y segundo lugares. Si no marca, o marca más de dos, no se anularía su voto, sino que se supone que vota por la lista completa.
Incluso, en el 2004, cuando el tema estuvo en discusión, una encuesta de Unimer reveló que 8 de cada 10 electores pedían emigrar hacia ese sistema.
Pero, para lograr cambios en la elección de los diputados, se requiere un Congreso independiente, con criterio, con proyección hacia el interés nacional antes que el partidario... y, de esos, fueron menos los elegidos. Sin duda, estamos ante otros cuatro años sin cambio.