Otro mes de octubre en el que los mercados presentan alta volatilidad y desconfianza, en un complejo entorno internacional agravado por la amenaza del ébola, disparó los temores de los inversionistas, amenazando las ganancias de un año prometedor.
El 16 de octubre se convirtió en un día horribilis para las bolsas de Estados Unidos al caer los índices bursátiles Dow Jones y Standard & Poor’s 500 a niveles muy similares a los del inicio de año. Así, el Dow, que inició en 16.441 y tuvo su pico en 17.279, cayó a 16.117, y el S&P 500, que comenzó en 1.831 y alcanzó 2.011, cayó a 1.862. En la misma línea, el Volatility S&P (VIX) se disparaba a un alarmante 25,27.
Las menores predicciones de crecimiento por parte del Fondo Monetario Internacional (FMI), indicios de debilitamiento de la economía alemana, resistencia de reformas en la francesa, riesgos de una nueva recesión o deflación en la eurozona y un Japón que apostó a una agresiva política monetaria, pero que lidia con los efectos del aumento en el IVA, junto con el lento crecimiento de China (7,5%) –con lo que podría esto significar en el mercado de materias de primas–, plantean importantes preocupaciones.
La baja en el petróleo a niveles de los $85 (Brent), que es una excelente noticia para los bolsillos de los consumidores en el mundo, no lo es tanto, si tomamos en cuenta que este podría ser un indicador de la menor actividad económica global, y, de ahí, la amenaza a nuestras exportaciones y al turismo.
Menores precios del petróleo podrían amenazar la viabilidad financiera o desincentivar nuevos proyectos de extracción de energía debido al elevado costo del fracking , así como también de otras fuentes de energía más limpias. ¡Qué paradoja!
En el ámbito geopolítico existen múltiples focos de tensión. En Oriente Medio, además de temas irresueltos como el palestino-israelí, están las intenciones nucleares de Irán, el terrorismo de Al-Qaeda y los extremismos de ISIS. La otrora esperanzadora Primavera Árabe se ha convertido en una ola de inestabilidad y violencia para los países del norte de África y el Medio Oriente, a la que se agregan los actos de expansionismo ruso en Crimea y Ucrania, y la incertidumbre de las elecciones en Brasil, por mencionar algunos.
Aunque no se puede ni se debe pretender que los problemas actuales sean resueltos por un solo país o un pequeño grupo de países, lo cierto es que Estados Unidos todavía tiene un rol protagónico en el quehacer internacional, y las elecciones de noviembre marcarán una tendencia. Esperemos con optimismo que, a pesar del panorama actual, la economía mundial tome un rumbo mejor.