Quizás por una fe radical, los habitantes de Oklahoma City se ven empujados a pedir una venganza casi bíblica contra Timothy McVeigh, el único inculpado hasta ahora por el atentado con coche-bomba que mató más de 110 personas el 19 de abril.
Ubicada en una gran llanura conocida como Bible Belt o Franja de la Biblia, Oklahoma City tiene cientos de iglesias y pobladores muy creyentes. Todos hablan de un castigo contra los culpables del ataque al edificio federal y por más que sugieren, no quedan satisfechos.
Toda la prensa hace eco de su ira. "Matarlos o electrocutarlos es un tratamiento demasiado suave para ellos", dijo Nick Pagonis, de 50 años, propietario de una pequeña tienda de la West Main Street, ubicada a unas calles del edificio destruido.
Gart Douglas, un ingeniero municipal de 37 años es más extremista: "Hay que suprimirlos con dinamita", dijo. El propio gobernador Frank Keating se dejó llevar por el corazón: "No perdonaremos, no olvidaremos nunca lo que ha pasado".
Antier el magistrado federal Ronald Howland estableció que hay suficientes pruebas contra McVeigh, un exmilitar derechista de 27 años. Se le considera un resentido con el Gobierno por el sangriento ataque militar contra la secta de los davidianos, durante el cual murieron su líder David Koresh y 80 de sus discípulos hace dos años, en Waco, Texas.
El ánimo de venganza tiene a McVeigh tras las rejas. Si realmente preparó el atentado tiene los días contados pues sería encausado de acuerdo con un estatuto federal antiterrorista que acarrea la pena de muerte.
Lo sucedido en Oklahoma City podría convertirse en una cadena de venganza. McVeigh habría vengado la muerte de los davidianos. Hoy muchos desean vengar a las más de 110 víctimas --entre ellos 15 niños alojados en una guardería-- del edificio Alfred P. Murrah. El caso emula una venganza bíblica.