Que un diario como el New York Times publique en sus primeras páginas un artículo sobre el país es normalmente motivo de regocijo, pero, si la nota nos vincula al tráfico de órganos –en este caso: de riñones–, se trata de una verdadera vergüenza y una amenaza a nuestros esfuerzos de convertirnos en un importante destino para el turismo médico.
Qué lamentable es que personas inescrupulosas se valgan, por una parte, de la urgencia de gente enferma y desesperada por recuperar su salud y, por la otra, de personas con necesidades y apuros económicos serios que ven en la venta (“donación”) de uno de sus riñones la única puerta de salvación de su crisis financiera
Qué triste es, también, que un acto tan heroico y tan representativo de la solidaridad humana como lo es la donación de un riñón en vida se convierta en una acción mercantilista, explotada por redes globales de tráfico de órganos, y que estas encontraran terreno fértil en nuestro país.
Se trata desdichadamente de un mercado que se alimenta de la demanda insatisfecha de órganos, pues, de acuerdo con datos del 2010 del Observatorio Mundial de Donaciones y Trasplantes –creado por la Organización Mundial de la Salud (OMS)–, la oferta cubre menos del 10% de la demanda. También influye el hecho de que, entre las enfermedades crónicas, la renal es la que provoca menor calidad de vida.
Esta historia tiene varias notas positivas. La acuciosidad de una enfermera en uno de nuestros hospitales públicos, quien hizo un llamado de atención ante una solicitud de salida de instrumental quirúrgico, lo cual provocó el inicio de la investigación que reveló lo que pareciera ser la operación de una articulada red global de tráfico de órganos, con importantes tentáculos en Costa Rica.
Positivo también es que la Fiscalía Adjunta contra la Delincuencia Organizada manifieste tener ya preparada la acusación y que, en setiembre, solicitará elevar el caso a juicio por el delito de trata de personas con fines de extracción Ilícita de órganos, entre otros.
Si bien amarga la experiencia, también se debe reconocer que el país ha avanzado en materia de regulación con la promulgación de la Ley de Donación y Trasplantes de Órganos y Tejidos Humanos (#9222), la cual entró en vigencia el pasado 22 de abril.
Gracias a esta ley, en la que un marco jurídico de avanzada garantiza la bioética y la transparencia del proceso, crea nuevos tipos penales que sancionan el tráfico ilícito de órganos, y responsabiliza a quien realice la extracción de estos sin los requisitos de ley (artículos 384 bis y ter del Código Penal), esperamos que lo sucedido no vuelva a ocurrir.