En el contexto de lo que se tratará aquí, las palabras "ciencia" y "tecnología" suelen aparecer juntas. En mi opinión, hay razón para hacerlo, ya que por mi parte, sea por limitaciones epistemológicas, neurológicas o de cualquier otra índole, no he podido encontrar la frontera que separa la una de la otra. Esta frontera (si existe) me resulta difusa. La única diferencia que he podido encontrar entre ambos es que en las ciencias se busca la fama y en la técnica el dinero. O sea: el científico trata de escribir "papers" que lo hagan célebre y el tecnólogo lograr patentes lo cual trae, casi automáticamente, una buena cantidad de dinero.
Creo que pocas personas saben quien inventó el transistor. De algo podemos estar seguros, quien lo hizo, hizo plata. Otto Hahn (a quien tuve el gusto de conocer personalmente) logró la escisión del uranio. Todo el mundo sabe que él lo hizo. Otto Hahn no ganó dinero con ello. Solamente fama. Típico de las ciencias. Pero, este descubrimiento, permitió producir la reacción en cadena y esta, a su vez, permitió construir tanto la bomba atómica como el reactor nuclear (?tecnología?).
El tigre es un animal ciertamente muy ornamental, amén de ser conocido por agresivo. Esta última cualidad y más que la primera, es la que causó que a ciertos países asiáticos, muy agresivos y exitosos en el campo de la industria y el comercio, se les haya llamado "tigre".
Sucede que en nuestro país, en ciertos círculos, cada vez que se menciona ciencia y tecnología, se suele mencionar ipso facto, a la especie zoológica mencionada anteriormente. Si queremos progresar como lo han hecho los 4 tigres asiáticos, debemos gastar en ciencia y teconología un porcentaje de nuestro PIB, similar al que invierten ellos.
He de reconocer que el ejemplo de los tigres es bueno y, por tanto, vale la pena de ser comentado.
Es cierto que ellos destinan un buen porcentaje de su PIB a la ciencia y tecnología. Lo curioso es que, en tanto yo esté correctamente informado, estos países no han hecho descubrimientos científicos relevantes. En las revistas científicas conocidas y respetadas no hay "papers" generados en la región. Esto respecto a ciencia, pero ¿la tecnología? Tampoco. No aparecen patentes importantes que protejan financieramente, los descubrimientos tecnológicos hechos por ellos. Pero si ciertamente ellos no inventaron el PC (y menos el computer: este se desarrolló, en la década de los años 40, en relación al "proyecto Manhattan", o sea, al desarrollo de la bomba atómica), lo que es cierto es que producen "clones", o sea, copias muy exactas y a precio muy aceptable. No inventaron el transistor, ni la televisión a colores. Tampoco el automóvil (este es invento alemán, y de fines del siglo pasado). Lo que sí es cierto es que han inundado el mundo de radios, televisores, autos y toda clase de electrodomésticos de calidad aceptable y a precio aceptable.
Todo esto nos lleva a pensar que la llamada "inversión en ciencia y tecnología" hecha por esos países, no está dirigida a tratar de desarrollar tecnologías novedosas y además con un cierto sabor tercermundista, o sea, además de novedosas, deberían ser autóctonas.
Si esa hubiese sido la intensión, tendríamos que reconocer que fracasaron y, por tanto, no serían buen ejemplo para nuestro país, ni para nadie. Los éxitos indiscutibles obtenidos por ellos, nos llevan a pensar que la estrategia seguida por ellos es otra. La inversión está destinada a perfeccionar cosas ya hechas u racionalizar la producción y reducir los gastos. Mucho deben haber invertido en organización y métodos. Es más, siendo el tigre un animal de rapiña, se dedican a rapiñar todo lo que pueden. Cada vez que pueden no pagan patentes ni "royalties". Las pagan cuando no hay remedio. Parte de la inversión que hacen en ciencia y tecnología estará destinada a esto: a pagar para poder utilizar los descubrimientos hechos por otros.
Todo lo anterior nos lleva a pensar que ellos, respecto a esto, siguen una estrategia estrictamente mercantilista. Se invierte en lo que puede producir ganancias directas. Esto, a su vez, nos lleva a suponer, que los dineros invertidos van a parar, directamente, a las empresas para que se mantengan en un nivel competitivo. El dinero va, pues, a las empresas que son las que comercializan la ciencia y la tecnología, y no a instituciones científicas y menos a instituciones dedicadas a la promoción de las ciencias, con departamentos de divulgación, de publicación, de relaciones públicas, etc. Si tal hicieran, estas se quedarían con un buen porcentaje de la inversión.
He de decir que tales instituciones ni tan siquiera dan trabajo a científicos. Por lo general suelen estar llenas de gentes que no conocen, ni quieren conocer un laboratorio, ni tan siquiera, por fuera como sociólogos, por ejemplo. Organizarán simposios, talleres, páneles y producirán documentos, muchos documentos, y muy importantes...
Debemos tener claro, que sí queremos desarrollarnos a la manera de esos países, y hemos de reconocer que lo han hecho, entonces el enfoque que debemos darle a la ciencia y tecnología es o debe ser el que le han dado ellos.
Así las cosas, y si siguiéramos, como algunos pretenden, el modelo asiático-felino, podríamos preguntarnos ¿y la ciencia? ?dejaríamos por fuera a la ciencia no mercantilista, o sea, a la ciencia cultural como aquella que, p.e., tiene que ver con la estructura del espacio y del tiempo, la cosmología, la estructura interna de la materia?
Sobre esto, diría que esta es una de las actividades más típicamente universitaria o académicas. El Estado, al financiar a las universidades (estatales, desde luego) les da a estas la oportunidad de contribuir al desarrollo científico. Si hablamos, como frecuentemente se hace, de la importancia del desarrollo científico y tecnológico, las universidades deberían invertir un buen porcentaje de los fondos que el Estado les proporciona, en este campo. La importancia que nuestras universidades le han dado hasta este momento, podría medirse viendo sencillamente cuanto han invertido en ese rubro. Esta decisión corresponde, gracias a la autonomía universitaria, no al Gobierno, sino a ellas y solo a ellas. Tales instituciones tienen la potestad de financiar programas de extensión, como hacer el campamento de trabajo No 423 en territorio Bribri, llevar grupos de danza a Limón para enseñar a bailar el punto guanacasteco, o bien en contribuir al desarrollo científico y tecnológico del país.
El monto invertido por ellas en este campo nos mostraría el interés y la buena intención. Esto no basta: de buenas intenciones está empedrado el camino al infierno. También sería interesante evaluar los resultados obtenidos con la inversión realizada.