Por segunda vez en este año, la barbarie terrorista irrumpió el viernes en París. Quizás el término “barbarie” no exprese de manera cabal los crímenes perpetrados por siete desalmados asistidos por otros veinte. Las autoridades señalan que algunos de los cómplices se encuentran en Bélgica.
Pertenecientes al Estado Islámico (EI), agrupación islámica radical establecida al norte de Siria e Irak, los pistoleros sembraron dolor en la Ciudad Luz, en una operación de comandos que cobró alrededor de 129 vidas y dejó centenares de heridos. Funcionarios y analistas de todo el mundo discuten la metodología e instrumental desplegados por los homicidas.
La noche trágica fue parte del precio cobrado a Francia por su campaña aérea contra los yihadistas del EI que operan en Siria. Junto con Estados Unidos, y ahora quizás Rusia, los aviones caza de Francia han mantenido en jaque a las hordas que pretenden posesionarse de una tajada ancha de Siria para expandir el Califato proclamado por la jefatura del EI. Asimismo, la campaña aérea posibilitó la reconquista kurda de sus poblados y se prevé que también se extienda a las fuentes de petróleo que le generan $500 millones anuales al EI.
El golpe del viernes fue coordinado y ejecutado con precisión militar, y se utilizó tecnología de punta en las comunicaciones cifradas con los centros de mando en otros puntos europeos y de Levante. Hay igualmente consenso en que la tragedia del viernes está vinculada con el golpe terrorista contra las instalaciones de la publicación satírica cultural Charlie Hebdo y contra un supermercado en enero en París.
Las previsiones de seguridad en torno al influjo de migrantes están en el pizarrón. A este respecto, en la presente etapa de identificar a los terroristas que perecieron en la batalla del viernes, se encontraron unos que se habrían valido del éxodo sirio para llegar a Francia. También hay entre ellos militantes nacidos en Francia y Bélgica. Y en Alemania, la Policía detuvo a un grupo de argelinos involucrados en estas actividades.
En todo caso, la conmoción causada por el capítulo terrorista del viernes difícilmente permitiría bajar la guardia de las potencias involucradas. Francia, casi de inmediato, desató operaciones aéreas que, entre otros blancos, barrió la ciudad siria de Al Raqa, “capital” del presunto Califato del EI.
Las autoridades también han llevado a cabo redadas por toda Francia, y han arrestado sospechosos yihadistas y decomisado depósitos de armas.
La reacción pronta de Francia es loable. Solo así se avanzará en el complejo reto de frenar la ola terrorista que sacude a Europa y atisba nuestro hemisferio.
Jaime Daremblum es abogado y politólogo. Es director de estudios latinoamericanos del Hudson Institute y tiene un Ph.D. de Tufts University, Flectcher School. Fue embajador de Costa Rica en Washington y analista del Fondo Monetario Internacional.