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Después de haberse definido como socialcristiano, liberal y libertario, Otto Guevara se reveló como contorsionista. Primero abrazó dogmas: un político testimonial atado a estrechas visiones de mundo. Luego adoptó posiciones más flexibles: un político realista abierto a las negociaciones; pareció promisorio. Pero al corto tiempo, solo se quedó con los gestos y de inmediato se hundió en las poses: un político atado a intereses, obsesionado por el poder y obnubilado por el talismán de la presidencia.








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