Deploro y repudio lo sucedido en el Estadio Nacional, y espero que esta triste página nos herede lecciones que nos ayuden a adoptar medidas que garanticen la seguridad en los estadios.
Soy una apasionada de los deportes, entre ellos el fútbol. Como familia guardamos lindos recuerdos de las visitas al Morera Soto, en cuanto “fiebres” liguistas, y al Ricardo Saprissa, pues respetamos las preferencias de cada uno de sus miembros, en este caso de nuestras hijas, que son saprissistas. Ya imaginarán el nivel de discusiones en encuentros como el clásico, pero reconozco que enriquecían la vivencia familiar.
Con independencia del estadio en que se realizaba un encuentro, asistíamos uniformados, sufríamos marcadores adversos y disfrutábamos la libertad de celebrar sin temores el dulce placer del gol, todo ello en el marco de una convivencia sana, segura y del más absoluto respeto entre todos los aficionados. ¡Esas lindas vivencias no las podemos perder!
Celebro que contemos con la Ley para la Prevención y Sanción de la Violencia en Eventos Deportivos #9145, un importantísimo avance, pero deploro que no contáramos con su debido reglamento al momento de los hechos.
A pesar de ser aprobado en esta semana dicho reglamento, es triste que en Costa Rica las cosas se muevan tan lenta e ineficientemente, y anticipo que, aun en su aplicación plena, la nueva ley y su reglamento resultarán insuficientes.
Estamos todavía a tiempo de impedir que un pequeño grupo de jóvenes nos roben el placer y la tranquilidad de ir a nuestros estadios. Para ello, podemos incorporar experiencias positivas de otros países, como la erradicación de los hooligans por Margaret Thatcher.
Debemos ir a una política de cero tolerancia, así como a la creación de un cuerpo de seguridad especializado, que, entre otras, realice labores de inteligencia, infiltración e identificación de cabecillas. Deben ampliarse los plazos de prohibición de ingreso a los estadios, y el control de ingreso (a los inhabilitados) debe ser reforzado con capacidades biométricas, pues un simple padrón de fotos es a todas luces insuficiente.
Si bien los estadios son técnicamente propiedad privada, considero que la seguridad en ellos, tanto en eventos deportivos, culturales y artísticos, es un tema de seguridad pública. La seguridad privada y la pública deben coordinar y tener presencia en todos y cada uno de los eventos, dentro y fuera de los estadios.
Vestida de blanco, hoy domingo me uniré a la “Cruzada por la paz en el fútbol”, convocada por la Unafut, con el deseo y la esperanza de que este triste episodio jamás se vuelva a repetir.